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OPINIÓN - LUNES, 2 DE OCTUBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Ponerse las pilas
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Ayer comenzó el mes de octubre y apuesten lo que quieran a que todos estamos llenos de buenos propósitos que vivir en la estación de “Las hojas muertas”, que es el título de una canción maravillosa de los años cincuenta que me suena a otoños rifeños y a mi padre, que era un romántico empedernido, poniendo el disco de vinilo en el picú. ¿Qué musitan? ¿Qué en nuestras circunstancias era más adecuado escuchar a “Emilio el Moro”? Bueno, también era muy popular en mi pueblo y todos nos sabíamos al dedillo el “¡Ay Mustafá!La chicas guapas que hay por allá y si con una te quieres casar, pregúntale primero a su mamá…” ¿Qué dicen? ¿Qué la cancionzucha es de una ramplonería tal que produce escalofríos de angustia? Bueno, un prodigio creativo no es, pero Emilio el Moro aparecía en las portadas de los discos con una chilaba y un fez y era un ídolo en mi Nador. Aunque reconozco, que el nivel cultural de mis tiempos, no nos hacía en absoluto candidatos a participar en el ágora de Sócrates .

Pero, recuerdos aparte, el mes de octubre se presenta calentito a nivel político y a verlas venir a nivel curritos y marujas, oséase, a nuestro nivel, que es el de los currantes que solemos subsistir en un desierto cultural con pretensiones. Y si queremos cultura, evolución y crecimiento, tenemos que ir a buscarlos, porque, ni en las televisiones ponen programas de autoayuda, ni van a venir a nuestras casas a traernos otra cosa que no sean los recibos. ¿Y cuantos recibos llegan! Es que no paran, yo por deber, debo hasta de callarme, de hecho, siempre refiero un hecho verídico e ilustrativo y que es que, cuando Dios dijo ¡Hágase la luz! Yo ya debía tres meses en la Compañía de Electricidad. Que amargamiento. ¿Qué si no me he tomado unas vacaciones para cargar las pilas? No. Yo trabajo en este periódico los trescientos sesenta y cinco días del año y mi Editor dice que no me queje, que esto es un aerobic mental y que debería de pagarle por mantener en forma mis neuronas. De hecho me extraña que mi Editor no me presente con el copyright marcado en mi trasero en plan “método registrado contra la degeneración neuronal y el Alzheimer” ¿Qué donde me pondría el código de barras? No lo sé. Digo yo que donde lo llevan los de Badajoz, es decir, en medio de la frente, por aquello que se dice de “Badajoz, tierra de Dios, andan los cornudos de dos en dos”.

No obstante la aceptación de mi gimnasia intelectual cotidiana, tengo que ponerme las pilas, al igual que el resto de la población ibérica, para afrontar y superar la lógica “crisis estacional” que conlleva el paso de los meses estivales a los otoñales y la vuelta a la rutina del trabajo cotidiano. Que para que no sea una cruz que portamos en un valle de lágrimas y un ganar el pan con el sudor de la frente, hay que salpimentar con distracciones intelectuales y con el aprendizaje de algo que resulte motivador y atractivo. ¡Se callen coño! No hablen por detrás de mí sobre el sudor de la frente, porque sé perfectamente que, las patiperras, se ganan el pan con el sudor de la ingle. Y encima no pagan impuestos, no como nosotros, que andamos breaítos y tenemos que financiar Gobierno Central, Autonomías, pensionazas millonarias de todo mindundi que haya ocupado un cargo público y encima nos cuestan las pelas, el que, los gobernantes se pongan en plan “damiselas de la caridad”. Dispendio por doquier que se tiene que recortar poco a poco para no saturar al personal. ¿Alguna partida que se me ocurra? Si, la de los jóvenes inmigrantes llamados eufemísticamente “menores” que vienen a buscarse la vida mandados por sus familias, por lo que, legalmente hay que considerarles emancipados y todos los mayores de quince años ser repatriados. La figura jurídica del menor emancipado existe en todos los países y la Ley está para aplicarla y para conformar y satisfacer al electorado con su aplicación.

¿Qué los primeros que tienen que ponerse las pilas son los políticos? Por supuesto, porque ellos vienen con las pilas bien recargaítas de sus vacaciones y con una sonrisa esplendorosa al pensar en las pedazo de pensiones que se van a apañar cuando se jubilen, la vida solucionada la tienen, nosotros, el resto, nos la tenemos que solucionar y dar el dinero del sudor de nuestra frente para solucionársela a ellos. ¿Qué escupen? ¿Qué la institucionalización de la injusticia produce muchísima frustración? Vale. Será por eso que, ningún partido, ahora que se habla tanto de la reforma constitucional, propone el introducir como derecho inalienable e indiscutible de los españoles el derecho a ser felices. Porque los Poderosos saben y sienten que, reconocer ese derecho implícito al ser humano haría peligrar sus puestos y les obligaría a consultarnos todos los temas calientes mediante referéndum para no hacernos desdichados con sus arbitrarias decisiones.

Mientras, los poderosos, dilucidan constitucionalmente el tema trascendental de la realidad española, que es el de sustituir la palabra “disminuido” por “discapacitado”. No, no estoy de coña, de verdad que “ese” matiz ocupa y preocupa en las alturas, será porque hay mucho disminuido psíquico en los despachos y ahora quieren cambiarse los nombres y que se les reconozca que son discapacitados y de paso, supongo, rascar algún plus por incapacidad. Aunque eso de sentar a disminuidos o discapacitados en las mesas de los despachos y darles un cargazo se llama “discriminación positiva” y aboga por la plena integración, tanto de quien sufre una minusvalía, como de los deficientes mentales. De hecho servidora ha enviado sus inquietantes informes psiquiátricos a los diferentes ministerios y a las Autonomías, por si quieren integrarme positivamente y ofrecerme algo “muy” representativo porque, encima, al ser calorro-rifeña y minoría desfavorecida doy muy buena imagen de caricatura étnica. ¿Qué no va a colar? Pues ellos se lo pierden.

Ponernos las pilas para que, el curro, no sea un muermo e ingerir la fórmula mágica del bálsamo de Fierabrás que no es otra que la aventura del conocimiento, pongo de ejemplo a mi chiquitillo, que hace el bachillerato nocturno y al que guío amorosamente cada mañana a la Escuela de Idiomas a francés y alemán, bueno, no mentiré, puede que no le guíe “amorosamente” sino que tenga que acompañarle en medio de terribles amenazas hasta la puerta y obligarle a entrar en el aula utilizando para todo ello modales y lenguaje poco apropiados. Pero en herencia no puedo les puedo dejar fincas a mis hijos, porque no las tengo. Ni tan siquiera ladrillos ¿de donde?. Les puedo dejar conocimiento y cultura como único legado y esos aprovechan “mi” legado en aplicación estricta del artículo 33 ¿Qué cual es el art.33 de los padres y de las madres? Es evidente .Son nuestros cojones.

Lo siento, se me escapan sin quererlo pinceladas de mi vida, que es muy parecida a la de millones de españoles que, muchas veces tienen que ponerse, quieran o no las pilas, para afrontar el cada día y sobrevivir a la realidad. Y recargárselas sin más ayuda que la de Dios … Y la del art.33.
 

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