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SOCIEDAD - LUNES, 2 DE OCTUBRE DE 2006


Helicóptero ‘Súper Puma’. EGE.

ejército / CURSO
 

Empotrados con el Ejército

Veintiocho periodistas en las cuartas
Jornadas de Corresponsales de Guerra
 

CEUTA
Verónica Fernández
veronicafernandez@elpueblodeceuta.com

Nadie dijo que hacer la guerra fuera una tarea fácil y, por supuesto, no lo es. Ésta es la principal conclusión extraida por la treintena de periodistas, especialistas en Defensa e Internacional, que han participado en la IV edición de las Jornadas de Corresponsales de Guerra impartidas por la Escuela de Guerra del Ejército de Tierra.

Si ya para los soldados, con una formación física y psicológica adecuada, es complicado vivir una guerra, para un civil lo es aún más. Los conocimientos aprendidos durante esa semana sirven, sin duda alguna, para una primera toma de contacto con esta cruda realidad pero ni siquiera te muestran en una décima parte la dureza de lo que supone asistir como profesional de la información a un acontecimiento de estas características.

A lo largo de toda la semana, los distintos militares de las unidades con que tuvieron contacto los periodistas se esforzaron por enseñarles las distintas facetas de la guerra. Primero unas nociones teóricas sobre el Ejército, sus unidades, su organización y el significado de sus siglas, tan complicadas para quienes no están familiarizadas con el mundo militar.

Luego unas breves prácticas de primeros auxilios (incluso llegaron a hacer prácticas de cómo realizar puntos de sutura de urgencia) y poco a poco, las precauciones que se deben tomar antes de ir a cubrir informativamente un conflicto. Cosas tan simples como las vacunas, el conocimiento de la fauna de la zona o las provisiones, tanto líquidas como sólidas, resultan imprescindibles si se quiere sobrevivir a la noticia y es que, en la mayoría de los casos y a pesar de que no somos combatientes ni población civil autóctona, los periodistas sufriremos las inclemencias del conflicto bélico.

La segunda jornada transcurrió en las inmediaciones de la base de las FAMET en Colmenar Viejo. Los periodistas fueron por la mañana trasladados a Hoyo de Manzanares, a la Academia de Ingenieros, donde recibieron unas instructivas charlas acerca de la autoprotección en las zonas de operaciones: cómo salir de un lugar que podría estar minado, cómo reconocer cierto tipo de armamento o qué hacer si nos encontramos en una zona especialmente sensible. Ya por la tarde llegó el momento de vivir uno de los platos fuertes del curso: las prácticas NBQ (defensa contra ataques Nucleares, Biológicos y Químicos) y el viaje en helicóptero.

Tras ser trasladados en varios Hummer al campo de maniobras y tiro de ‘El Palancar’, los informadores fueron divididos en pequeños grupos para aprender a ponerse un traje que les permita protegerse de agentes químicos en caso de riesgo, posteriormente, tras un breve simulacro, llegó el momento del vuelo que les llevaría a bordo de un ‘Súper Puma’ hasta Colmenar Viejo.

La visita del miércoles a las increíbles instalaciones de la Academia de Infantería, en Toledo, no tuvo nada que envidiar a la jornada previa. En esta ocasión el objetivo era enseñarles el sonido de la guerra. Para ello, fueron testigos de algunas prácticas de tiro con armas cortas y también con fusiles llegando, incluso, a ser introducidos en una trinchera para protegerse de una ráfaga de tiros reales.

El traslado de una zona a otra del inmenso campo de prácticas que tiene la academia se realizó a bordo de vehículos TOA y BMR en cuyo interior iban todos pertrechados con cascos protectores y chalecos antifragmentos.

Quizá fuera esta la jornada más emocionante para todos ya que no sólo iban vestidos como si estuvieran en un auténtico conflicto sino que el traslado a bordo de estos vehículos militares por las pistas del campo de maniobras fue tan incómodo como cabía esperar que fuera en una guerra. Este día hubo además un simulacro de toma de una posición (un edificio abandonado) que permitió a algunos actuar como periodistas ‘empotrados’ con el Ejército y una visita a una casa llena de trampas bomba para mutilar a todo aquel que quisiera guarecerse de la guerra o buscar algo que llevarse a la boca.

El último día fue el turno de la conducción de riesgo. El circuito del Jarama el escenario elegido. El objetivo era conducir por un circuito especialmente preparado con distintos obstáculos: arena, hoyos, vadenes, pendientes de 45 grados y fosos con agua.

Misión cumplida. Todos fueron capaces de sacar su vehículo de las situaciones más inesperadas y sobrevivir a una semana llena de riesgos y emociones que les permitieron salir de su rutina laboral durante una semana y, por supuesto, aprender un poco más acerca del Ejército y de la guerra.

En conclusión se pueden afirmar dos cosas: la guerra no es bonita ni fácil pero hay que informar sobre ella y debemos servirnos de cualquier instrumento a nuestro alcance para lograr nuestro objetivo y sobrevivir y con el Ejército, una institución denostada por muchos, a nuestro lado será más fácil conseguirlo.
 

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