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OPINIÓN - LUNES, 23 DE OCTUBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

La dedocracia
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿Han participado ustedes, como ciudadanos, en algún casting de elegibles para las listas municipales? ¿Qué están murmurando con ojos atravesados, que las listas son coto cerrado? Natural. Las Ejecutivas de los diferentes partidos no están ni han estado nunca por la labor de echarse a calles, plazas, escuelas, despachos, consultas, quirófanos y facultades, en busca de “gente maravillosa” que la hay y está. Que murmuran? ¿Qué si llegan hombres y mujeres magníficos a las Ejecutivas de los partidos, echarían a la calle a ganapanes y cantamañanas y se quedarían ellos? Normal. Pero no hay riesgo. La gente magnífica suele considerar lo que se cuece en las cloacas de la política, bastante alienante y no está dispuesta a agitar el botafumeiro ante el vasallo de Génova 13, de Ferraz, del vertedero trajinoso-nacionalista o de la sede cochambrosa de los comunistas, vasallo designado por dedocracia desde Madrid.

Servidora tiene larga experiencia en presenciar advenimientos de “números uno” encumbrados a golpe de dedo, es decir que, el Presidente del partido de turno, tras meterse el dedo en la nariz , escarbar y contemplar el resultado de su exploración con expresión impertérrita, planta el perdigón bajo la mesa y con idéntico dedo pecador y pescador señala la foto de un fulano, de entre el ramillete plantado sobre el escritorio. Y por obra y gracia, no del Espíritu Santo, cuya presencia como inteligencia del Universo es clamorosa ausencia en las decisiones políticas, por obra y gracia de la dedocracia se encumbran o se condenan al ostracismo a los pepitos, que son elegibles y que para eso están ahí, tragando y aguantando, pelotilleando en plan tiralevitas y hablando con unción y devoción del mandamás de turno, cuyas ideas, por estúpidas que resulten, son dogma de fe.

Siempre existe la esperanza, a nivel municipal, autonómico y nacional, de que, las lealtades más furiosas, lleguen a los oídos de “los de arriba” y si los tienen despejados de cerumen tras limpiarse el interior de las orejas con las llaves del coche, premien fidelidades y entregas abnegadas señalando con el dedo al aspirante a elegible. ¿Qué eso es puro amiguismo? No, yo diría nepotismo ¿Qué no es tema de parentela sino de enchufismo? Yerran, obtusos míos, ya dijeron los profetas que, todos los necios son hermanos biológicos, al igual que los presuntuosos, los prepotentes y los tontos de baba. Un poner ¿Se eligió en un congreso democrático del PP integrado por compromisarios de toda España a Mariano Rajoy como sucesor de Aznar? Pues de eso nada, monadas y miren que se murmuró y se pidió, ni puto caso. Rajoy salió del célebre cuaderno azul, que es como decir del forro de las pelotas de Aznar que debió presuponer, dada su importancia, que su puesto era y es hereditario y él el único llamado a designar heredero. Nada de metijosos compromisarios, ni de papeletas, ni de varios candidatos realizando cada cual su oferta y siendo sometidos a votaciones para que ganara el mejor y el más carismático. Hubiera ganado sin dudarlo Jaime Mayor Oreja, quien fuera Ministro del Interior y político mejor valorado durante un largo tiempo, hasta que hizo sombra y le mandaron a quemarse al País Vasco. Todos “adorábamos” a Mayor Oreja y si hubiera permitido opinar a los votantes del Partido Popular, que no era ni mucho menos el caso por si acaso, por ahí o por Zaplana hubieran ido los tiros.

¿Qué si Aznar escribía en su poderosísimo cuaderno azul con el dedo? No, lo hacía con la punta de lo que yo me sé tras mojarla en tinta china y sacudirla para que no echara borrones sobre el papel. ¿Qué entonces sería pitocracia y no dedocracia? Bueno, resulta algo escatológico, porque a los candidatos todavía no se les señala sacando el cipotillo por la bragueta, sino con el dedo y tras arrancarse furtivamente un antiestético padrastro que ha olvidado la señorita que hace la manicura en la peluquería del Hotel Palace. ¿Qué si me gusta el Palace? Yo estuve una vez. Si señores, admito miradas de envidia. Estuve por la tarde en el salón de la cúpula y merendé café con unas bandejitas de sándwiches deliciosos, iba con Gabriel a quien le supieron a poco los sándwiches y los pastelillos, porque él era de mucho comer y en plan bestial. ¿Qué si disfruté de la velada? Mucho. Había un arpista y un guitarrista que tocaban melodías adecuadas, mucha gente guapa, el servicio impecable y nos costó algo así como dos mil quinientas de las antiguas pesetas, pero lo disfrutamos a tope. No me extraña que, los congresistas, cada cual con sus orígenes y cada cual de su padre y de su madre, se acostumbren pronto a lo bueno. Y es que, ser dedócrata electo comporta ventajas como dietas para comilonas, llamadas también “almuerzos de trabajo”, kilometraje, coches oficiales, escoltas y que te saluden con respeto los guardias y los porteros de los sitios. Igual para las derechas que para las izquierdas. Entre Bono y Zapatero no había color, todos querían a Bono, que es un tipo encantador, un católico, padre de familia, entrañable y cercano. Al Zetapé le conocían en su casa, aunque, con el tiempo se acostumbró a ir en avión oficial a hacer compritas al Zara de Londres. Ya lo dice el refranero “A la que nunca ha usáo bragas, las costuras le hacen llagas”.

Los resultados de la dedocracia funcionan para que no se conmueva ni se remueva el stablishment y que todo siga como está. Sin fluctuaciones. Lineal. Soporífero. Para triunfar en los socialistas, tienes que ser un poco Joaquín Sabina, progre-caviar, con supuestas inquietudes, abiertamente beligerante con la derecha, pelín marginal, antiamericano, antisionista , indigenista y admirador del dinosaurio Fidel. En el centro derecha o centro reformista o como hostias digan, hay que ser pijín, aspirante a progresía de salón, apellido ilustre, en estado de permanente ansiedad por si te desfenestran y muy cuidadoso con formas y con jerarquías. Y en ambos casos de electos dedócratas, espamplonear a los carismáticos, demasiado inteligentes o excesivamente brillantes, o a los normales, porque hasta uno normal y corriente suele tener la mala costumbre de ponerse al lado del candidato de turno y si da mal el sol, hacerle sombra. Los que rodean a los paridos por la dedocracía han de cumplir como requisito indispensable el tener una sombra muy cortita, insignificante o mejor aún: no tenerla. Retufillo electoral, vaivenes y codazos, “ilustres” que regalan su presencia impagable por todos los rincones para apoyar listas y candidaturas. Los “ilustres” suelen llegar a todas las autonomías desde los madriles y hay que agasajarles e implorar lastimeramente a “todos” los medios de comunicación que les concedan minutos y espacios.

El “ilustre” suele esperar que, su advenimiento glorioso provoque expectación a todos los niveles y si no va a verle ni quien se perdió entonces agarran unos rebotes del copón. De ahí que, las Ejecutivas manden “el comunicado” como posesos y esperen palmas y exclamaciones de admiración. ¡Joder, que calvario! ¿Saben que les digo? Que esto de la dedocracia, amén de indignante, es un muermo hasta para mí. Y me produce ansiedad. Voy a por el lexatín.
 

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