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OPINIÓN - VIERNES, 27 DE OCTUBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Carisma y SMSs
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Se lee “ese-eme-eses” ya saben, los mensajes de móvil a móvil y yo me refiero a los que a la voz de “pásalo” se estuvieron enviando los socialistas madrileños cuando sonó el nombre de María Teresa Fernández de la Vega como candidata a la Alcaldía de Madrid. ¿Qué si los ese eme eses la postulaban como alcaldesa? No. Eran para que siga siendo Vicepresidenta porque, en Madrid hubiera arrasado, tiene carisma a chorros y tiene tirón, yo misma la hubiera votado, pero como Vicepresidenta es, sencillamente, imprescindible y la política mejor valorada del actual gabinete.

Nunca seré ¡Líbreme el Espíritu Santo! Sospechosa de simpatizar con la izquierda, aunque mi ser de ciberderecha neoconservadora no me impide respetar las discrepancias ideológicas, que se dan en el seno de mi propia familia. Mi anciano esposo, que es de misa y comunión diarias, siempre ha sido socialista belga, es un enamorado de Felipe, su nombre aparece en la autobiografía de Alfonso Guerra, al que idolatra ideológicamente y sigue la estela de ese socialismo democristiano tipo José Bono y Vázquez, ex alcalde coruñés. De hecho, estos dos últimos, a los que yo denomino socialdemócratas- católicos o socialistas democristianos, han sido y son de los tipos más carismáticos del panorama político español.

Soy ciberderechas convicta y confesa, pero no soy jilipollas ni jamás me van a hacer comulgar con ruedas de molino cuando se discute acerca de esa cualidad del alma, que es calidad del espíritu y tirón de la inteligencia, me refiero al carisma. ¿Qué como lo definiría yo? Pues como la cualidad más humanamente divina y la calidad más divinamente humana, es una mezcla de encanto, de amabilidad inteligente, de cercanía dialéctica, de humanidad y de firmeza, es el ser humano al que se imagina como una mezcla de amor, de humor y de honesta fiabilidad. Es… Bastante indescriptible y perteneciente al mundo de las emociones y de las sensaciones, de la racionalidad y de la fantasía. La persona carismática tiene ese “algo” que nos permite confiar en ella, que nos hace creer en sus palabras, que nos hace respetar sus ideas y sus ideales. Es transparente, pero no frágil, justa, pero nunca justiciera, generosa pero jamás lacrimosa. El carismático nos enamora el intelecto y el espíritu y tiene eso que se llama “tirón popular”, que no es modo alguno practicar un populismo cursi de hacerse “la” foto con el niño en brazos y con la minoría étnica en época electoral. El carisma jamás es hipócrita. Ni ventajista, ni oportunista, ni practica jamás un seguidismo miope del poderoso de turno.

¿Qué si María Teresa es carismática? Lo es. Y mucho. Infinitamente más que el resto de los que la rodean y le da mil vueltas y revueltas y sopa con hondas a ese Albertín Ruíz Gallardón que, según el periodista Jesús Mariñas, se caracteriza por su lejanía y por una sonrisa tan gélida que parece que le están estirando de la comisura de los labios. María Teresa hubiera arrasado porque es notablemente culta, tiene un currículum profesional impresionante y para mí, que contemplo desfalleciendo de sana envidia, su impecable estilo, es la mujer más elegante de España. Impecable sin tener que epatar a base de comprar Alta Costura, como tanta pija ridícula y pretenciosa que anda suelta por las revistas de moda alardeando de una falsa elegancia comprada en las grandes marcas a golpe de talonario. María Teresa es la “más” y comprando en plan normal, porque sin ir de Chanel ni de Gucci, su apariencia es exquisita dentro de su talla 38.

¿Qué si Rajoy usa la 38? Por favor, no tengan malos instintos, Mariano Rajoy va adquiriendo lentamente la pátina de carisma de quien es, antes que nada, un hombre bueno y honesto y acabará teniendo el predicamento del alcalde Vázquez de la Coruña, hoy dignísimo Embajador ante el Vaticano y a quien en, su ciudad, votaba de forma abrumadora la derecha por ser, antes que nada, un hombre de Dios. Porque hay dos formas de votar: Se vota a la ideología de un partido o se vota a la persona, prescindiendo del partido que viene a ser un accesorio. José Bono o María Teresa opino que hubieran ganado con mayoría absoluta en Madrid, porque la gente, el pueblo, se fía de ellos como seres humanos, con independencia de su ideología. Gustan, dan confianza y se les “siente” grandes seres humanos que no van a hacer infeliz al electorado defraudando sus expectativas. Pero a María Teresa la acerrojaron en la Vicepresidencia a fuerza de mensajes de móvil a móvil, porque no tiene sustituto a su altura y desprende infinitamente más fiabilidad y rigor que el propio Zetapé. ¿Qué si en el PP existe algún émulo de Vázquez como alcalde? Pues sinceramente lo ignoro, puede que la haya en alguna ciudad o en algún pueblo, pero no se vende en condiciones o falla el marketing porque no está bien publicitado a nivel producto político y eso es una lástima porque, al carismático, en política, no se le debe infrautilizar. La política de desperdiciar por celos profesionales o de zancadillear al tipo brillante para que no haga sombra, es demasiado burda y no da buenos resultados. A un tipo o a una tipa carismático-a dentro de un grupo político no se le debe considerar como a una especie de competencia desleal susceptible de opacar incluso a los líderes, sino utilizarle como arma electoral en plan captación de votos. Algo muy simple, una campaña muy primaria “¿Ven ustedes a este tipo tan encantador? Pues como este tenemos a miles de aspirantes que están esperando para dar el salto y salir de los cuarteles de invierno”.

¿Qué quien es para mi el político más carismático que existe? Indudablemente Sarkozy, el ministro francés y tras de él todos aquellos que sigan su estilo que sería una especie de bohemio-burgués-rive gauche-neocon-fashion-hijo de inmigrantes-con cojones-de ideas irresistiblemente ingeniosas y eficaces. ¿Qué si Zaplana me parece atractivo? Mucho y también me parece sumamente atractivo y fiable el ministro Alonso, insustituible en interior y desperdiciado en un ministerio de Defensa que funcionará perfecto cuando nombren siempre ministro al militar de más alta graduación de España que es quien más sabe del ejército. Me gustan las tecnocracias y los Presidentes de Gobierno, más listos y sagaces que inteligentes, capaces de nombrar para Sanidad a Barbacid el oncólogo más sabio de España, para Cultura a Sanchez Dragó que es el espíritu más cultivado y para candidatos a la futura presidencia del Gobierno, por los socialistas a María Teresa y por los populares a Jaime Mayor Oreja que es un hombre que derrocha carisma a raudales y a quien se ningunea precisamente por eso, por ser el de más tirón.

Me motivan los líderes carismáticos, porque me dan confianza y porque tengo ganas de que surjan personas en las que creer, que lleven la imaginación al poder y que consideren prioritario para el pueblo español su derecho a ser feliz y ver cumplidas sus expectativas. Un carismático que se ponga como meta el conseguir que seamos felices luchará por derrotar todo aquello que nos preocupa y entristece. Pongo un mensaje ese eme ese “Queremos ser felices. Pásalo”
 

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