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OPINIÓN - LUNES, 30 DE OCTUBRE DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

El invierno que viene
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Y el primer síntoma es el cambio de la hora el fin de semana pasado, porque, en este otoño primaveral que disfrutamos los meridionales, nada hace prever nieves ni ventiscas, aunque nos consta que, el invierno, terminará llegando bajo el agujero de la capa de ozono, pero cuanto más tarde aparezca mejor. Además estamos demasiado ocupados determinando si sufrimos los síntomas que lleva aparejado el cambio horario como para tener que preocuparnos “encima” por la incidencia de las bajas temperaturas, los temporales de levante y el aterirnos en el interior de nuestras casas que, si no están recién construidas no tienen calefacción central con gas ciudad como las modernas.

¿Que preguntan? ¿Qué si yo me encuentro desmotivada, deprimida o cansada por las menos horas de sol? La verdad es que no me entero, porque hace muy buen tiempo y porque yo soy una persona muy agradecida hacia el Universo. De hecho, el encontrarme delante de la pantalla mágica de mi ordenador en manga corta y no con el abrigo puesto que es como escribo en épocas frías porque, mi estufilla ni caldea el ambiente, el no estar tiritando ya me parece una suerte y un raro privilegio y doy gracias por ello al buen Dios.

Eso si, mi tratamiento antidepresivo y para evitar las crisis de ansiedad a base de Dobupal 150 me tiene disgustada y decepcionada ¡no se pueden pagar sesenta euros por unas pastillas y no experimentar ningún tipo de euforia desinhibidora! El medicamento no está mal, porque controla la ansiedad y algo la tristeza inherente al estado depresivo exógeno, es decir no es “exactamente” un timo, pero, por sesenta euros podría ofrecer algo más que un paliativo que, encima, no atenúa el estado de fatiga ni da euforia ni nada y menos aún desinhibe. ¿Qué si me encuentro inhibida? Pues como todos los occidentales, algo inhibida, coartada y agredida por la prepotencia de las minorías, aunque nada que no arregle una buena solución a lo Irwin Stelzer, el economista e ideólogo neoconservador cuyas opiniones son un bálsamo para los puteados espíritus de la gente normal que tan solo aspira a vivir en paz, trabajar, currarse una pequeña calidad de vida y que nos dejen crecer y ser felices.

Y que no nos agoten de antemano con los pistoletazos de salida de unas municipales que, con el invierno de por medio, aparecen lejanas en un horizonte lleno de incertidumbre donde, según las encuestas, el problema que más preocupa a la población es la inmigración y más aún cuando se tengan que abrir las fronteras a rumanos y búlgaros por su entrada en la UE y se produzca la previsible avalancha,.

Porque, los ciudadanos del Este adoran España y el sur. Por el idioma , que aprenden en nada y menos, por el clima, por lo buena gente que somos los españoles, tan similares a ellos por presentar idénticas raíces cristianas y porque les pasa como a los polacos, que vienen y se confunden con el paisaje y el paisanaje. ¡Más buenas personas son los polacos y más laboriosos y trabajadores! De Polonia nos llega lo mejorcito y todos suelen traer sus títulos laborales o universitarios bajo el brazo, sus antecedentes negativos de antecedentes penales y un afán por integrarse y disfrutar de España que les hace ser bienvenidos. ¿Qué dicen? ¿Qué hay gente del Este muy peligrosa que asalta chalets? Si, cuando la inmigración es mayoritaria si, entre cien vienen ochenta buenos y veinte fatales, esos veinte se hacen notar mucho, al menos hasta que cambien las leyes, como ha cambiado la hora y cambian las estaciones.

Disgustada estoy, hablando de este tema, con el nombramiento de Juan Fernando Lopez Aguilar, el guapetón Ministro de Justicia como candidato a la presidencia del Cabildo Insular de Canarias, en primer lugar porque es un cargo para quemarse y en segundo porque aún no ha hecho los deberes aparejados a su cargo y que, la ciudadanía demanda. ¿Un ejemplo? Comenzar a suscribir convenios con los diferentes países cuyos ciudadanos hayan delinquido y se encuentren cumpliendo sus condenas en España, para que cumplan las penas en sus países de origen, aunque hubiera de pagarse su manutención por parte de las autoridades españolas. Despejar las cárceles de extranjeros acabaría con el problema de la masificación y la amenaza de que, pagarán por sus delitos en sus países, haría cambiar la idea de muchos criminales acerca de que, España, es un Eldorado para la delincuencia. Nuestro país puede tener leyes garantistas que hace que, los criminales foráneos no tenga miedo ni de policías ni de jueces, pero, en el momento en que fueran pasaportados a la tierra de ellos de una patada jurídica e internacional en los cojones, la cosa se pondría mucho más dura e infinitamente menos apetecible. Pero, por favor, que no negocie Moratinos, que miren lo que ha pasado con los senegaleses, después de haberles regalado millones de euros por las repatriaciones, que nos han tomado el pelo y se han burlado de nosotros. Que negocien la Vicepresidenta o el de Justicia que son más capaces y están más capacitados. Iba una vez un tipo en un avión y le dice a su compañero de asiento “Oiga ¿Quiere que le cuente un chiste de Moratinos?” El del asiento pone mala cara “Yo soy Moratinos” y el otro va y le dice “Pues no se preocupe, primero le cuento el chiste de Moratinos y después se lo explico”.

Viene el invierno y, los temas achicharrantes parecen tener mala solución y eso desmotiva al personal más que el cambio horario. Quince mil bolivianos ilegales han entrado por Barajas y es imperioso el visado porque, las nuevas bolsas de pobreza ya son realidad en unas ciudades donde, la especulación inmobiliaria dispara los alquileres por el nuevo mercado de inmigrantes, capaces de pagar mil euros por un piso cochambroso de tres dormitorios, meter literas y colchonetas y alquilarlo por camas y camastros a veinte personas. Lógicamente nuestros JASP, jóvenes pero sobradamente preparados, no podrán acceder a una vivienda, no diré digna, sino normal, si encontrar treinta metros en ciudad supone al menos la mitad de su sueldo.

Y en treinta metros es difícil la política de pisos compartidos, por muy climatizados que estén los agujeros a los que puedan aspirar, es decir, helados en invierno y agobiantes en verano. Oigan, me encantaría conocer la política que prevé el Gobierno acerca de la feroz especulación inmobiliaria que afecta y amarga a la gente normal, pero claro, están demasiado ocupados en uno y otro bando echándose en cara las recalificaciones urbanísticas y los pelotazos inmobiliarios de los ayuntamientos como para preocuparse de los sentires y los pesares del pueblo llano. Llano que será soberano en unos meses, porque acudiremos a las urnas, algunos, pasado el invierno y lo haremos cargando con nuestros problemas y pensando que no han sabido o no han querido resolverlos, por incapacidad, por pasotismo o por una fatal y bestial desconexión con las preocupaciones y los agobios reales de los votantes. ¿La cita? Tras el invierno que viene.
 

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