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SOCIEDAD - DOMINGO, 24 DE SEPTIEMBRE DE 2006


Rezo de musulmanes en una mezquita. EP

reportaje / religión
 

El mes sagrado del Islam ya ha comenzado para los musulmanes

La comunidad musulmana ceutí sigue
con devoción el Ramadán como objeto
de ofrenda a Dios y con la intención
de aproximarse a él y obtener su gracia
 

CEUTA
Pedro García Luaces y Raúl Mariscal
pedrogarcia@elpueblodeceuta.com

El cuarto precepto de los pilares del Islam ya ha comenzado. El ramadán será celebrado durante todo un mes por la comunidad musulmana ceutí, alrededor del 40 por ciento de la población caballa. Aunque no todos llevarán a cabo el ayuno. Los menores en algunos casos quedarán excentos de éste, siempre dependiendo de su edad y estado físico, aunque normalmente aceptan el ayuno de forma voluntaria. Los que tampoco deben realizar el ayuno son aquellos musulmanes que sufran algún tipo de enfermedad crónica que los discapacite.

El Ramadán definido literalmente significa ayunar, abstenerse completamente de ingerir alimentos y bebidas, de mantener relaciones sexuales íntimas y de fumar, desde antes del amanecer hasta la salida del sol.

Todas estas prohibiciones meramente materiales conllevan evidentemente una serie de ventajas en el plano espiritual, no todas ellas valoradas por la mayoría islámica. “La recompensa del ayuno se la ha guardado Dios para sí mismo”, explica Mustafa, presidente de la ONG Luna Blanca, que además de dar de comer a varias centenas de ‘sin techo’ también instruye en la cultura y la fe islámica. “El que cumple con el ayuno pero no cumple los rezos está castigando su cuerpo. Muchos de los musulmanes que acuden aquí están sin base religiosa. Tenemos la labor de educar a nuestro colectivo”, dice. Y añade: “Dios no quiere que se le adore con ignorancia”.

El ayuno o ‘saum’ es uno de los cinco pilares básicos del Islam. La tradición musulmana simboliza esta imagen como un “árbol continuamente creciente, de infinita virtud e invalorables frutos”. Para entender el sentido del ayuno, uno debe mirarlo desde un punto de vista religioso, aunque no se deben olvidar tampoco sus connotaciones sociológicas e incluso económicas. El principio sobre el que se sostiene el Ramadán es un principio de amor a Dios. El musulmán ayuna para agradar a Dios y buscar su gracia.

no de los aspectos más interesantes que propicia el ayuno es el desarrollo de una ‘conciencia vigilante’. El Islam no contempla la figura del ‘representante de Dios en la tierra’. No hay una autoridad mundana que verifique u obligue a guardar la abstinencia. Cada hombre responde directamente ante Dios, debiendo rendirle cuentas sin complaciencia.

El Ramadán refuerza aspectos del carácter que tienen su trascendencia en la vida diaria: inculca paciencia y altruismo, el dolor y la privación sensibiliza al musulmán ante las necesidades, modera y desarrolla la fuerza de voluntad, proporciona una idea de ahorro, reafirma la disciplina y una idea de supervivencia saludable y crea un sentido de pertenencia social, de unidad fraterna e igualdad ante Dios.Otra de las objetivos del Ramadán es reforzar la comunidad.

Oraciones

Las cinco oraciones diarias, otro de los pilares básicos del Islam, adquieren un sentido especial durante este mes. El aspecto comunitario se multiplica, ya que el rezo ha de hacerse en la mezquita, participando del mismo todo el grupo. “El musulmán con otro musulmán debe ser como un ladrillo sobre otro, formando un muro, sólido y unido”, explica Mustafa, que preside Luna Blanca. “El rezo en la mezquita está recompensado con 27 grados, mientras que el rezo en solitario sólo supone un grado”. No cumplir con estos cinco rezos sin causa justificada es una de las faltas más horrendas, pero aún es peor ausentarse en el mes de Ramadán. Para los musulmanes, hay dos tipos de oraciones, las obligatorias (fard) y las que hacía el profeta (sunna), estas últimas son voluntarias pero es reprobable incumplirlas sin motivo aparente.

La primera de las oraciones es la oración que se lleva a cabo a la salida del alba (salat al fayr), que se realiza al amanecer, sobre las siete de la mañana. Durante los meses de Ramadan los fieles acuden masivamente a la mezquita a pesar de la temprana hora, algo que no es tan habitual el resto de los meses aunque sigue siendo obligatorio.

La oración del mediodía (salatu-z-Zhur), se efectúa sobre las 14,15 horas. La oración de media tarde (salatu al assr) sobre las 17,30 horas. La oración del anochecer (salat al magreb), se realiza hacia las 19,45 y a continuación se rompe el ayuno. La oración de la noche (salat al Ichaa) tiene lugar a partir de las 21,15 horas. Tras la última oración dirigida por el Imam, se pueden realizar 3 sunnas o rezos voluntarios, dos ‘sfah’ (par) y un ‘uitr’ (impar). Para el Islam los números impares tienen una importante simbología ya que se reducen a Uno, que representa al Dios único. Antes del rezo del alba (fayr) también se pueden rezar dos sunnas (rezo voluntario) que se llaman ‘rakhat’.

El calendario islámico es lunar y los meses transcurren según las posiciones de la luna. De esta forma, el mes noveno, en el que se lleva a cabo el Ramadan, va rotando y puede caer en cualquiera de las estaciones, provocando que la hora de cada oración dependa de las horas de sol que tenga el día.

Para entrar en una mezquita es muy importante la higiene. Es obligatorio ir bien lavado aunque no se permite el uso de afeites ni cosméticos. El olor corporal es considerado una ofensa a Dios y a la comunidad y la higiene adquiere un sentido purificador.

La ruptura del ayuno se realiza de forma ordenada y comedida. La paciencia y moderación de la jornada no debe romperse de un modo exaltado. La tradición reserva este momento a un ámbito familiar , aunque también se realiza a menudo en comunidad. La tradición dicta que ayuno se rompe con un dátil, aunque esto es una antigua costumbre que utilizaban los musulmanes del desierto ante la escasez de alimentos, a día de hoy no debe realizarse de forma estricta. Después, la típica y nutritiva ‘jarera’, intentando no romper la frugalidad llevada a lo largo del día.
 

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