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política - SÁBADO, 13 DE DICIEMBRE DE 2008


Salvador de la Encina. reduan.

LA REFUNDACIÓN DEL PSOE EN CEUTA
 

Salvatore, el pulcro

El presidente de la Comisión Delegada
del PSOE ceutí cierra sus 13 meses al
frente de la misma proclamando su
dignidad, sus principios democráticos
y su sacrificio por la ciudad
 

CEUTA
Gonzalo Testa

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Más sobrio que nunca en las formas y en el vestir más italiano que siempre, De la Encina quiso poner ayer punto y final a su etapa al frente de la Comisión Delegada del PSOE para Ceuta haciendo una declaración de principios ante la prensa, de cuyo trato se quejó sutil y reiteradamente. Acostumbrado tal vez a otros niveles y a otras esferas, porque, según dijo, él ha pasado en sus veinticinco años “reales” de militancia por la administración local y autonómica antes de llegar a la estatal, donde lleva ya camino de los 16 años, el parlamentario nacional cuestionó la insistencia de los periodistas en conocer cómo marchaba la refundación de su partido durante el último año, especialmente en las últimas semanas. Educado y respetuoso como siempre, en ese y el resto de asuntos fue, durante la generosa hora que duró su comparecencia, coherente con su discurso y contradictorio con la realidad.

Quienes luchan por aparecer en los medios de comunicación se sorprenden de que alguien denuncie sus llamadas. Ayer, el diputado no pudo criticar ninguna malinterpretación, exageración o censura de sus palabras. Al contrario, se dedicó a despreciar la atención otorgada a las “medias verdades, que como todo el mundo sabe son las peores mentiras” del ‘sector crítico’, escudado en el anonimato.

Sin embargo, el parlamentario eludió responder a si no se consideraba responsable en parte de haber devaluado la calidad de los medios de comunicación, que en su práctica totalidad ofrecieron (ofrecimos) a los renovadores. Hubiera preferido, a tenor de sus palabras, que los periodistas hiciesen de censores voluntarios en lugar de trasladarle sus críticas para darle la oportunidad de exponer su versión de los hechos. De la Encina no quiso aclarar si, colocando la guillotina sobre las cabezas de quienes opinasen de forma divergente, contribuía a incentivar su miedo a exponerse. En cualquier caso, con su mayor o menor cobardía pagarán sus cuitas si hoy no consiguen que su apuesta por un frente común de izquierdas frente al proyecto del PP resulte ganador o al menos demuestre tener apoyos para ser tenido en cuenta desde ya.

Como no se hizo, ayer desplegó miradas más que amenazadoras reprobatorias entre los asistentes a su rueda de prensa. Hace semanas que, ante el discurrir de los acontecimientos, este periódico ofreció a De la Encina y a Carracao sus páginas para exponer su propuesta para el partido y sus argumentos sobre el proceso de afiliación en curso. Desecharon la oferta en este y en todos los demás, dando pábulo a que durante dos meses sólo se haya hablado de trifulcas, amistades rotas, exabruptos verbales y puñaladas traperas.

Ayer, De la Encina dio la impresión de sentirse aliviado por encontrarse a veinticuatro horas de dar carpetazo a un annus horribilis, a un periodo en el que ha recibido las mayores críticas mediáticas que se han oído de él en medios nacionales afines al PSOE. En un puesto de envergadura como el de portavoz de Infraestructuras de su partido en el Congreso y en un ejercicio complicado, con varios problemas de magnitud para su ministra y unos Presupuestos peliagudos para repartir, el diputado ha acabado dando la impresión de estar harto y superado por el ajetreo y el vociferío.

Hace semanas trató de ceder parte de su responsabilidad en Carracao, al que nombró portavoz de la Comisión Delegada, un puesto que nunca ha querido ejercer y cuyas potestades ha eludido expresamente asumir. Desde entonces, De la Encina pareció estar cargando con una cruz más que con una responsabilidad.

Los hechos han acabado por minar su imagen como cargo orgánico incapaz de cerrar disensiones (“no se ha reunido con nadie porque ni había militancia ni me lo han pedido”, afirmó) y tras varias idas y venidas de parecer, criterios y plazos, anunció que la Asamblea sería en noviembre y no pudo ser; condicionó la fecha de su celebración a la visita de un alto cargo de la Ejecutiva Federal y ayer ni siquiera supo decir el apellido de quien nos visita. Seguro que fue un lapsus, pero nadie pudo ayudarle: “Abraham….”. Nadie conoce su apellido. Aseguró que sólo por firmar a favor de un Congreso Extraordinario no habría purga y Gema Prieto, Rafael Leal, María Elena Torregrosa y otros han sido inadmitidos por razones desconocidas que se negó a concretar apelando al “respeto” que le merecen pero que, insistió, “existen”.

Ayer fue, como siempre, correcto, pero no mostró la misma consideración hacia todos sus ex compañeros. Se cebó, por ejemplo, con Javier Martínez, a quien vino a explicar que no se le había admitido porque no pidió hasta que Palomo y su Ejecutiva se derrumbaran que su ficha de afiliado se trasladara a Ceuta. Si no lo hizo antes algo querrá para hacerlo ahora, así que nada, fue el argumento que deslizó el diputado tras falsear que ha pedido en tres ocasiones su cambio de agrupación (lo ha hecho en dos) y de trastear de nuevo con su relación con Zapatero, que nunca ha sido más que coyuntural. Con Manuel Calleja también fue duro, aunque no citó su nombre. En su caso el reproche fue decir que un día le vio en el barco y no le saludó siquiera, una versión de los hechos radicalmente distinta a la que este contó al día siguiente de la escena.

Hizo causas belli contra las apariciones y las críticas virulentas en la prensa e incluso citó la portada en la que un militante decía que habría que tirar la puerta de la sede para recuperar el partido. La regla se podría aplicar a Antonio Gil, que ha puesto la cara y el nombre más que nadie, pero se desmenuza al saber que quien dijo aquella frase, que descontextualizada y tergiversada ha servido para tanto, sí estará en la Asamblea.

De Antonio Gil tampoco, aunque resulta paradójico que defendiese la sorprendente incorporación el censo de Juventudes al del PSOE (ayer uno de los militantes de la primera organización, José María Guerra, se dio de baja alegando haber había sido afiliado sin autorización en la segunda) como la asunción de integrantes de una formación “hermana” para contribuir a la “renovación” del partido y obviase que este representa a UGT, supuestamente otra hermana, de la que su partido no expulsó a su principal dirigente ni cuando este le planteó una huelga general a un presidente socialista.

Con casos más difíciles de defender como los de la esposa de Basilio Fernández, María Elena Torregrosa; un amigo de León Molina como el discreto Rafael Leal o la alabada Gema Prieto, pareja sentimental de Gonzalo Sanz, se negó a entrar en harina. Les invitó a ir al juzgado o a utilizar los cauces reglamentarios y estatutarios internos a su alcance.

Sobre Manuel Tenorio, al que no se mencionó por su nombre siquiera, tampoco dijo nada. Ferraz o la Delegada o quien sea, porque a ´Toñi Palomo, a la que comparó con Viriato, desde luego no ha sido desde San Antonio, según subrayó, puso ayer en un brete también a la Delegación, que ha visto cómo uno de sus cargos de libre designación eran expulsados del partido que sostiene el gobierno central por indeseable. Fernández Chacón no piensa, al menos por relación causa-efecto directa, desposeerle de su puesto en Sanidad.

De Justino Lara, que tanta solidaridad militante ha recibido tras saberse de su depuración, se mostró incrédulo porque dijese que estaba dispuesto a ser candidato y que además ya lo había hecho otras veces. Algo así debe de haberle pasado a Sanz. Sobre Carracao, increíblemente, a veinticuatro horas de la cita congresual volvió a decir que nunca se había postulado al cargo como los otros. Sólo hizo una nueva apostilla: “Públicamente”. Eso a pesar de que el asesor ha presentado a su Ejecutiva en reuniones públicas y nunca ha desmentido nada de lo publicado sobre sus planes. Por si fuera poco, De la Encina volvió a contradecirse y dijo que hace una semana el hijo del senador le pidió abandonar la Comisión Delegada, “un gran gesto”, afirmó sin explicar el porqué de su magnitud si desconocía sus intenciones.

El parlamentario ya dijo hace semanas que Carracao nunca consentiría competir con amaños, pero ayer se esforzó en resaltar que él tampoco. “Nunca he venido aquí a hablar de mí”, recordó al empezar su comparecencia. Ayer era el día.

Y De la Encina tiró de curriculum para recordar a quienes dicen que los próximos al aparato sólo quieren cargos para no acabar en el INEM que él ya tenía su vida profesional arreglada cuando entró en política. Destacó que lo hizo “por ideales y no para trepar” y se mostró abanderado de “la justicia, la igualdad, el respeto al adversario aunque piense distinto y los valores democráticos”, los principios de su partido. “Sería incapaz de aceptar participar en un proceso sin reglas democráticas y limpias”, concluyó frente a quienes le sitúan como cabeza de un pucherazo.

Porque, destacó una y otra vez, los expulsados sólo han sido unos pocos, una minoría muy minoritaria “indisciplinada”, que no “discrepante”, en una disquisición que no acabó de resolver muy satisfactoriamente. Hay razones públicas genéricas para la purga, término que se negó a aceptar, pero las particulares, quien las quiera saber, que vaya a la escuela. O a Ferraz.

El diputado pretende hacer hoy “borrón y cuenta nueva”, abrir, sí, un diálogo interno, pero acabar con el espectáculo mediático de la “manipulación” y la “intoxicación”. “Esta es la verdad del PSOE, un partido con 130 años de historia que no a permitir a nadie que le dé lecciones de democracia y derechos constitucionales”, terminó tras desear un nuevo líder que “sea quien sea, sienta las siglas del partido”.

Él, adelantó, se hará a un lado y seguirá “trabajando por Ceuta”, una ciudad en la que recordó que nació y destacó que sigue teniendo en mente desde hace doce años en el Congreso de los Diputados. Cuando hoy se vaya por la tarde, después de conocer el veredicto de la militancia sobre la nueva Ejecutiva y, en último término, sobre su trabajo, volverá a la península. Volverá con la ministra de Igualdad, el próximo día 22. “Entonces se encontrará con un partido en camino de restañar sus llagas internas o herido de muerte”, aventuró ayer el profesor Calleja.”Si volvemos a la situación de octubre de 2007 nada de todo este esfuerzo habrá servido para nada”, había confesado minutos antes De la Encina como temiendo de si haber aceptado este “reto difícil” de la deconstrucción y posterior refundación del PSOE ceutí no acabará empañando esa ”media vida larga” que lleva en política.
 


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