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OPINIÓN - LUNES, 16 DE MARZO DE 2009

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Sospechar del otro

Un estudio elaborado para una entidad de Bruselas sobre los conflictos de raíz étnico-religiosa en diferentes países de la Unión Europea ha advertido de que existe una preocupación “creciente” por la tensión social que entre las comunidades ‘cristiana’ y ‘musulmana’ de Ceuta despierta el temor a sufrir un atentado terrorista. En Europa viven, según artículos recientes, entre 15 y 20 millones de musulmanes, algunos desde hace medio siglo. A pesar de ellos siguen siendo, en su mayoría grandes desconocidos, prejuzgados en la mayoría de las ocasiones sobre la base de estereotipos y análisis superficiales. Mientras la inmigración musulmana aumenta, se hace más evidente y estable, la visión de la opinión pública hacia ella es cada vez más negativa. El último informe del Observatorio Europeo del Racismo y la Xenofobia (EUMC) advierte del auge de actos de islamofobia que van de los ataques a mezquitas a las agresiones físicas. Por esta deriva, los autores del estudio que se señala en la edición de hoy de este diario sitúan a Ceuta y Melilla como ejemplos paradigmáticos de convivencia entre grupos sociales distintos de los que se pueden sacar “interesantes reflexiones” sobre la integración de las comunidades islámicas en el contexto europeo occidental, donde su peso es cada vez mayor a causa del fenómeno migratorio. Sin embargo, en la misma medida advierten de que existe una “preocupación creciente” por la tensión que genera el peligro terrorista. Cuando uno se siente amenazado es cuando más crece su recelo, especialmente hacia ‘el otro’. Y en Ceuta sigue habiendo ‘otros’, por muchos esfuerzos que hayan hecho y sigan haciendo las administraciones para evitarlo en su forma más negativa. En el capítulo ‘La denominación del otro’ una reciente tesis doctoral elaborada por la filóloga Verónica Rivera lo pone de manifiesto de la manera más evidente: la lengua. El musulmán ceutí se llama a sí mismo musulmán y al otro cristiano, pero el español llama al otro musulmán y así mismo español. Esa distorsión, diferenciadora, que siembra distancia, no ayuda a caminar hacia esa deseada interculturalidad que obliga a abandonar estereotipos.
 

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