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OPINIÓN - LUNES, 16 DE MARZO DE 2009

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Herederos
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Vengo de un velatorio, murió el padre de un buen amigo mío, Samuel Cabrera, que estuvo viviendo en Castillejos hasta la declaración de independencia de Marruecos –según me cuenta la familia- y que en 1956 se vino a vivir a Catalunya. Murió a los 83 años de edad y la verdad es que yo no lo he conocido nunca.

En las postrimerías del entierro nos hemos reunido, en un bar, algunos viejos compañeros del equipo de fútbol Sociedad Plà d’en Boet, el último equipo de mi vida deportiva (hoy desaparecido o con otra denominación) y en el que también jugaba mi amigo cuyo fallecido padre nos hizo reunir.

Muchos de ellos son personas totalmente desconocidas para mí, en la actualidad, pese haber estado con ellos tres años. Veintidós años pasados han borrado de mi mente sus nombres, sus costumbres y sus gustos.

No pasa lo mismo con aquellos compañeros de los lejanos tiempos del Club Deportivo Diamante de Ceuta, de Juan Blanca, a los que sí recuerdo vividamente como si fueran ayer cuando los he visto… los Bascuñana, Blasco, Benítez, Rafael “El Gitano”, Jiménez, Moreno, Álvarez, Domínguez, etc., siguen en mi memoria. Y eso que eran tiempos lejanísimos, algo más de cuarenta y cinco años, cuando me fui de Ceuta. Cosa rara ¿no? ¿alguien me puede explicar eso?

A Bascuñana lo vi en la última Feria de Ceuta, con su mujer, cobijado bajo la inmensa obra luminosa de la entrada del Real de la Feria que imitaba a la perfección la Casa de los Dragones. Lo reconocí al instante, pese a que su físico no es el de antes, y él tardó un rato en darse cuenta de quién era el que tenía delante. El abrazo que nos dimos después de cuarenta años sigue en mi pensamiento. Poco después conseguí abrazar a Blasco y a Domínguez, que juntos entraban a cenar en La Pérgola.

Bueno, en la reunión que mantuvimos después del óbito, sacamos a relucir la cuestión de los herederos. Todo vino de pronto al entrar el hijo del fallecido y comunicarnos que estaba rabioso por cuestiones de herencia contra la segunda mujer de su padre, la actual viuda. Su madre murió años atrás víctima de cáncer mamario. La verdad es que no sabíamos que hacer o decir porque era una cuestión de una única incumbencia: la de los familiares del muerto. Menos mal que salió al paso uno de mis compañeros, abogado, y se lo llevó aparte para tratar de calmarlo y asesorarle en lo que sabe.

Solo podía decirle, aunque el compañero abogado no me dio tiempo, que la ley le atribuye diversas facultades entre la que está la legitimidad para impugnar un testamento, oponerse al mismo o cuantas acciones judiciales considere necesarias para defender sus derechos, aparte de la legítima obligatoria.

En mi caso nunca ha habido problemas por cuestiones de herencia. Mis hermanos son gente civilizada y no suelen discutir absolutamente por nada que está regulado legalmente. Aparte de ello, me llevo muy bien con todos aunque los veo en raras ocasiones, más por la distancia que por otras cosas.

Sin embargo, he notado que en varias familias reinan la discordia precisamente por culpa de las herencias, sobre todo en las familias más adineradas, y mucha gente que conozco personalmente, ya sea del mundo laboral como deportivo y social, no se hablan con sus hermanos u otros familiares por esa causa.

Las opiniones sobre las herencias son varias aunque se pueden resumir en dos: la más corriente, la legítima, sirve como protección familiar y del derecho que surge por la sanguinidad. La contraria es la autonomía de la voluntad del muerto que debería primar en las declaraciones testamentarias, dado que debería decidir el destino de sus bienes, ya que son de su propiedad.

Bueno, ignoro qué me han dado para escribir sobre este tema. Sólo quería resumir un caso que se ha dado ante mis narices y no para dar una especie de “chuleta” sobre herencias ni herederos.

Este domingo lo disfrutaré como mejor pueda, en plena campiña de “El Corredor” del Montseny volveré a hartarme de “calçots”, alcachofas y costillas de cordero…
 

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