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					La aplicación de la Ley de Costas de 1988 ha levantado 
					polvareda esta semana en el litoral andaluz y levantino. La 
					Dirección General pretende hacer cumplir la legislación, que 
					marca que no podrá haber ninguna edificación a pie de playa. 
					Los chiringuitos de la Península se han movilizado, pero, ¿y 
					en Ceuta? La productividad de este restaurante en la Ribera 
					va a evitar que se retire el chiringuito, pero no que su 
					propietario acate al menos una norma esencial, que 
					desaparezca en invierno. 
					Va a haber clemencia. Al menos por ahora. La Dirección 
					General de Costas se ha hecho oír en esta última semana, 
					advirtiendo a las autonomías de la obligatoriedad de retirar 
					los chiringuitos, restaurantes o cualquier edificación que 
					se encuentre en línea de playa. Es más, la ley marca que no 
					podrá haber ninguna construcción en un espacio de 100 metros 
					que abarca desde la orilla de la playa hacia la zona urbana. 
					Sin embargo, para no causar daños en el sector servicios, 
					uno de los pocos que sigue generando beneficios en época de 
					crisis, Costas ha levantado la mano. 
					 
					Por un lado, Medio Ambiente (de quien depende Costas) 
					permitirá que los chiringuitos instalados en el Paseo 
					Marítimo sigan funcionando. No obstante, pretende que los 
					800 módulos que hay en las playas de Andalucía se desplacen 
					al paseo marítimo. Esta decisión afecta a unos 40.000 
					empleados que se benefician del turismo cada verano.  
					 
					Pero, ¿y en Ceuta? Aquí hay playa y hay, al menos, un 
					chiringuito dentro de la arena. Se trata del restaurante de 
					la Ribera, un local que ostenta desde hace seis años Hussein.
					 
					 
					Fuentes de la Dirección General de Costas de Ceuta 
					aseguraron que Madrid está resolviendo en estos momentos si 
					prorrogar o no la concesión de este chiringuito, que acaba 
					este año precisamente.  
					 
					La intención de Medio Ambiente con respecto a Ceuta, y tras 
					los informes facilitados por la delegación de la ciudad 
					autónoma, pasa por exigir al propietario que derribe la 
					estructura una vez acabe esta temporada de verano. Los 400 
					metros cuadrados que ocupa la instalación a pleno pie de 
					playa provocan que Costas sea tajante al respecto, pero no 
					inclemente en su totalidad.  
					 
					Hussein podrá continuar con su empresa años sucesivos, se 
					renovará su licencia tres años más con toda probabilidad, 
					pero necesitará contar con un módulo prefabricado o, lo que 
					es lo mismo, desmontable.  
					 
					Según Costas, la ley no se aplica rigurosamente, sino que se 
					tienen en cuenta factores que impliquen al negocio y en este 
					caso concreto son muchos. Se trata de un chiringuito que se 
					ajusta a la oferta y la demanda; la Ciudad Autónoma no está 
					por la labor de desmontar un negocio con solera y que 
					siempre ha contado con una buena valoración por parte de los 
					turistas; también sirve de refrigerio para los bañistas y 
					teniendo en cuenta la elevación del muro que separa la parte 
					urbana de la playa no se antoja eliminar el chiringuito como 
					la mejor decisión.  
					 
					Pero como sucede en otros puntos del litoral mediterráneo y 
					atlántico, los chiringuitos dejan de tener su sentido en 
					invierno. “La gente baja a la playa en invierno para hacer 
					deporte o para pasear y una edificación así no tiene 
					sentido. Esto ya no existe en ninguna ciudad grande de 
					España. Por ejemplo, en Cádiz capital desaparecen todos los 
					chiringuitos a pie de playa después del verano y se vuelven 
					a montar a finales de marzo”, aseguraron desde Costas. 
					 
					Costas limita la superficie de estos espacios a 150 metros 
					cuadrados y considera que han de ubicarse en el paseo 
					marítimo, en vez de en la arena. Esta ley se aplica desde 
					1988, cuando entró en vigor y se ha aplicado paulatinamente 
					año tras año. 
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