| 
                     
					Un día después de la detención de siete inmigrantes por 
					atentado contra la autoridad, la Guardia Civil realizó ayer 
					un exhaustivo informe sobre la Planta de Transferencia. Los 
					agentes estudiaron los lugares por los que los residentes 
					del CETI se cuelan en las instalaciones y los métodos que 
					emplean en sus intentos de colarse en alguno de los camiones 
					que a diario transportan la basura hasta la península. 
					 
					Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado buscan la 
					forma de erradicar un problema que parece enquistarse y 
					crecer: las incursiones de los inmigrantes que tratan de 
					colarse en los camiones de basura de la Planta de 
					Transferencia de Residuos para salir de Ceuta. Tras la 
					detención, el martes, de siete residentes en el Centro de 
					Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), la Guardia Civil 
					realizaba ayer un exhaustivo informe de la situación.  
					 
					Una dotación al mando de un alférez recorrió las 
					instalaciones en compañía de su responsable, Francisco 
					Aguilera, quien les mostró las zonas de la planta por las 
					que los subsaharianos acceden al interior y les explicó los 
					métodos que emplean para esconderse en los contenedores y 
					camiones que transportan la basura a la península.  
					 
					Por su parte, y como en ocasiones anteriores, el Cuerpo 
					Nacional de Policía también aportó una patrulla en labores 
					de inspección de la planta y su entorno. 
					 
					Las partes implicadas, tanto los trabajadores como las 
					Fuerzas de Seguridad del Estado reconocen que poco más puede 
					hacerse para erradicar este problema. El hecho es que los 
					inmigrantes, documentados como residentes en el Centro de 
					Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) tienen libertad de 
					movimiento y sólo se les puede echar del interior de la 
					planta, un recinto de titularidad pública cuyo contrato de 
					explotación corresponde a la empresa Urbaser.  
					 
					Los trabajadores aseguran que la situación comienza a ser 
					“desesperada”, pues ha llegado un momento en el que los 
					inmigrantes no hacen caso de las advertencias verbales y se 
					enfrentan a ellos. “Alguno intentan entrar hasta tres y 
					cuatro veces en el mismo día y están comenzando a tener una 
					actitud incluso chulesca”, explican.  
					 
					Primer juicio 
					 
					Aunque el martes presentaron una denuncia ante “las 
					desgracias que pudieran ocurrir”, los empleados de Urbaser 
					saben que tampoco es la solución. Hace unas semanas se 
					celebró, relatan, el primer juicio por una de sus denuncias 
					contra los inmigrantes, interpuesta en noviembre de 2010, 
					pero estos no comparecieron, por lo que se encontraron con 
					la pérdida “de tres horas de trabajo” sin efecto.  
   |