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					Fardos de mercancía que pueden oscilar entre los 45 y 100 
					kilos. Y, por si fuera poco peso, todo ello iría acompañado 
					de “corrupción policial, abusos de poder, el control de las 
					grandes empresas”, además de la “precariedad” económica de 
					muchas familias marroquíes que deben soportar las 
					“condiciones infrahumanas” de los pasos fronterizos.  
					 
					Ese es el panorama que traza el Informe de Derechos Humanos 
					en la Frontera Sur sobre el fenómeno de las mujeres 
					porteadoras transfronterizas en Ceuta. Un estudio 
					pormenorizado que se detiene en el trayecto de estas hasta 
					la frontera de El Tarajal.  
					 
					Un camino sesgado de trabas e inconvenientes que se únen al 
					peso de los paquetes. Las aglomeraciones son constantes en 
					el carril metálico por el que deben pasar las porteadoras. 
					Una situación “difícil” en la que no faltan los “robos”, 
					“punzadas con armas blancas”, hasta llegar a 
					“apuñalamientos”.  
					 
					El informe recuerda, además, las dos avalanchas humanas que 
					se produjeron en el año 2009 y que sesgaron la vida de dos 
					mujeres porteadora, ‘Bussara y Zhora’. El suceso originó una 
					movilización organizada por la ADPHA y la Red ‘Chabacka’ en 
					la verja ceutí.  
					 
					Asimismo, tanto la Delegación del Gobierno de Ceuta como las 
					autoridades marroquíes tomaron medidas al respecto tendentes 
					al aumento de agentes de vigilancia, “hasta llegar a 90 
					vigilantes”, así como a limitar la entrada a 3.000 mujeres 
					en los polígonos cercanos a la frontera. También fue 
					obligada la reducción de bultos.  
					 
					No obstante, eso no ha implicado que las porteadoras tengan 
					que seguir “bregando” con los aduaneros marroquiés, que le 
					“quitan” parte de la mercancía que transportan o que, por el 
					contrario, les “piden” dinero a cambio de dejarles proseguir 
					el camino, denuncia este informe. En definitiva, “la ley del 
					más fuerte es la que impera”, así como la “fuerza de los 
					galones del uniforme”.  
					 
					La investigación también se centra en explicar la 
					organización de este tipo de fenómenos. Así, las propias 
					mujeres pueden comprar directamente sus mercancías o bien 
					trabajar por cuenta ajena. En cualquier caso, el precio del 
					fardo es “variado”, dependiendo de si la persona porteadora 
					es hombre o mujer o el tipo de material que se transporta. 
					Este importe no es, por descontado, el beneficio que los 
					trabajadores reciben, señala el informe, ya que hay que 
					restar los “sobornos” y el coste del transporte desde sus 
					hogares a la frontera.  
					 
					Las ‘jaulas’ son otro punto relevante del informe. Pasillos 
					estrechos que hacen “conflictivo y problemático” pasar la 
					mercancía que llevan las porteadoras a sus espaldas. “Casi 
					nadie declara en la aduana los impuestos de esta, pero sí se 
					pagan los sobornos”, constata el informe.  
					 
					De las 35.000 personas que estima la Delegación del Gobierno 
					de Ceuta que cruzan el perímetro fronterizo entre Marruecos 
					y España, aproximadamente un 57% son mujeres que realizan 
					diversos trabajos en la ciudad autónoma.  
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