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					En el Centro Comercial ‘Parque Ceuta’, en supermercados del 
					Puerto y en negocios de la Calle Real coinciden en señalar 
					que son muchos los robos o intentos de robos a los que se 
					enfrentan cada día. El colectivo de los MENA estaban hasta 
					hace poco en el punto de mira de los comerciantes. Sin dejar 
					de estarlo, ahora las miradas apuntan a las inmigrantes del 
					CETI. Los negociantes denuncian el aumento de robos 
					presuntamente efectuados por este grupo de personas. 
					Explican que el modo de operar es en grupo, y mientras unos 
					entretienen a los dependientes, otros se llevan lo 
					sustraído; en su mayoría, ropa y comida. 
					 
					Prohibieron la entrada en los locales comerciales a los MENA 
					(Menores extranjeros no acompañados). Los acusaban de ser 
					los autores de la mayoría de los robos que se producían en 
					sus negocios. La medida no duró demasiado. Ahora, los 
					comerciantes protestan de que el nuevo colectivo que se ha 
					sumado a los robos, “y que hasta antes del verano, a 
					excepción de casos puntuales, apenas eran conflictivos”, son 
					las personas inmigrantes residentes en el CETI (Centro de 
					Estancia Temporal de Inmigrantes).  
					 
					El Centro Comercial ‘Parque Ceuta’ es uno de los puntos 
					calientes. Las dependientas de ‘Lefties’ denuncian que cada 
					día se encuentran medio centenar de alarmas arrancadas. “Lo 
					llevamos muy mal, tenemos que estar haciendo tres 
					inventarios al día, y ordenamos la ropa en la tienda en vez 
					de en los almacenes para estar pendientes de cuándo llegan”, 
					explica Carmela. “Viene un grupo de inmigrantes, llevan 
					bolsas para aparentar, pero están vacías”, añade. “Les 
					encantan las cazadoras”, apunta otra. “Nosotras pensamos que 
					las venden después en el CETI”, explican mientras enseñan 
					las denuncias que llevan acumuladas. 
					 
					Al no disponer de un vigilante de seguridad propio, han 
					optado por avisar al del centro cada vez que entra en la 
					tienda un inmigrante. “Ellos ya se lo saben -explica Tafo, 
					el vigilante- y lo que hacen es ir cada grupo a una tienda y 
					como sólo somos uno o dos vigilantes en todo el centro 
					comercial, no podemos estar en todas las puertas a la vez; 
					octubre ha sido un mes muy fuerte en robos”.  
					 
					En ‘Pull&Bear’ desde que comenzaron las rebajas de verano no 
					han parado de sufrir hurtos. “Arrancan las alarmas desde 
					dentro”, explica Rocío, encargada de la tienda, quien 
					asegura que ponen “unas cinco denuncias al mes”.  
					 
					Una de las dependientas de la tienda infantil ‘Imaginarium’, 
					Verónica Bernal, cuenta cómo vivieron hace un par de semanas 
					el robo de dos cascos en la tienda. El modo de operar 
					coincide con el que narran en el resto de los negocios. “Ese 
					día estábamos en la tienda las tres dependientas, entraron 
					varios inmigrantes y se dividieron en dos grupos. Mientras 
					unos preguntan para entretener, los otros roban lo que les 
					interesa, cosas de multimedia”. El encargado de la tienda, 
					Ángel Orihuela, denunció el robo a la Policía. Las 
					dependientas reconocen que tienen “miedo” porque se les 
					encaran. “Son unos tíos muy grandes, vienen bien vestidos, 
					pero nunca sabemos cómo van a reaccionar”. Esta tienda es 
					una de las que prohibió en su día la entrada a los MENA. 
					“Nos robaban MP3, y siempre en grupos”.  
					 
					La misma dinámica de robos denuncian en los supermercados 
					del Puerto. “Un inmigrante quiso llevarse dos chaquetas 
					valoradas en 500 euros”, denuncia Mario Blasco, supervisor 
					de ‘El Corte Inglés’. Mientras, en el ‘Lidl’, los productos 
					que más sustraen, según denuncia el encargado, Eusebio 
					Belmonte, son “champú y chocolate”. Hace unos días, fue el 
					quiosquero de la calle, Francisco, quien les avisó de que 
					había varias personas robando botes de champú ‘Jhonson’. “Es 
					una constante”, anota Belmonte. Añade, al método de robo, 
					una peculiaridad: “Vienen en grupos que se dividen, pero el 
					que roba siempre es el más pequeño”. Explica que a veces 
					logran controlarlos porque ya “los ven venir”. “Sabemos 
					quiénes son los potenciales rateros”, apunta, “pero aún así, 
					tenemos, al menos, uno o dos robos a la semana. Saben que a 
					partir de las seis es cuando más gente hay y lo aprovechan”.
					 
					 
					La ropa no suele estar entre los objetos sustraídos, a 
					excepción de los zapatos. “Vienen, se ponen unos zapatos y 
					se los llevan puestos”. También los MENA continúan siendo 
					para ellos un problema que, además, se potencia porque se 
					enfrentan a los dependientes. “La semana pasada, por 
					ejemplo, tuvieron que venir varios policías, y los chavales 
					les decían: A mí no me toques que soy menor”. 
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