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					Ayer detuvieron a veinte inmigrantes del CETI para 
					trasladarlos a la península para su posterior deportación. 
					Anoche durmieron en el calabozo y está previsto que hoy o 
					mañana salgan de Ceuta. Después de varios meses en la ciudad 
					autónoma, no quieren regresar y ya están pensando en cómo 
					iniciarán nuevamente el camino de regreso a España. 
					 
					Hambiga Xalu es uno de los veinte inmigrantes que serán 
					trasladados a la península entre hoy y mañana para su 
					posterior deportación. Tiene 18 años y salió de Guinea en 
					2010. De allí viajó a Mali, Argelia y Marruecos, hasta 
					llegar a Ceuta hace cuatro meses. En su país cuidaba 
					caballos. No quiere volver a dedicarse a ello. Asegura que 
					cuando llegue, saludará a sus dos hermanos pequeños y 
					volverá a emprender el camino de regreso a España.  
					 
					Casi cuarenta inmigrantes se congregaban ayer en la puerta 
					de la comisaría de la Policía Nacional. Tres días antes 
					habían llegado al CETI las noticias de que varios de ellos 
					serían trasladados. “Algunos han intentado escapar y lo han 
					conseguido”, explicaban varios de los que aguardaban en la 
					comisaría.  
					 
					Ayer dieron los veinte nombres que saldrían y los compañeros 
					les ayudaron a llevar las maletas. Anoche, siguiendo el 
					procedimiento habitual, durmieron en los calabazos. según 
					explican en la comisaría de la Policía Nacional. 
					 
					Jean Paul Mamadu, otro de los que serán deportados, dice que 
					cree llevar en Ceuta unos cuatro años, pero que no está 
					seguro. Tiene 27 y llegó a Ceuta junto a su hermano Mamadu 
					Salí, de 34 años. Un tercero espera en Mali, su país de 
					origen, y el cuarto hermano murió.  
					 
					Para ellos también ha sido su primer viaje a Ceuta y esta 
					será su primera repatriación. Lo más difícil fue atravesar 
					el desierto -”Mañanas de mucho calor y noches de mucho frío 
					en las que dormíamos en el coche que llevábamos”-; una vez 
					en Ceuta -donde entraron a nado junto a una treintena más-, 
					no encontraron lo que venían buscando. “Trabajo, en Mali no 
					teníamos dinero”, recuerdan. “Queremos ir a Barcelona o a 
					Madrid, que son ciudades más cosmopolitas”, dicen pensando 
					en la repatriación pero con las ilusiones puestas ya en 
					emprender de nuevo el camino hacia la tierra prometida. 
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