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OPINIÓN - SÁBADO, 9 DE JUNIO DE 2012

 

OPINIÓN / ANALISIS

¿Para que sirven los sindicatos mayoritarios?

 


Nuria de Madariaga
opinion@elpueblodeceuta.com

 

Nos gustaría saber si las grandes centrales sindicales han tirado definitivamente la toalla después de sus consabidos “shows” dialécticos emitidos en rueda de prensa. La furiosa postura que mostraban contra los recortes se ha disuelto cómo un azucarillo y no han sido capaces de expresar la “auténtica” opinión de los trabajadores que, por cierto, nada tenía que ver con la de los liberados sindicales. Debacle y bofetada sin mano, ridículo sindical y claro exponente de la escasa influencia que tienen los sindicatos sobre el mundo del trabajo. Pero ahí siguen, entre subvenciones, cursos, amenazas de huelga de cuando en cuando y liberados-privilegiados. Son entes monolíticos cimentados sobre infinitos intereses adquiridos que cada vez sirven para menos y cada vez incordian más.

¿Y son ellos los culpables? En absoluto, ellos cumplen con sus funciones de aparentar y de hacerse oír, tontos son quienes les escuchan y no ponen en evidencia su falta absoluta de legitimidad a la hora de hablar “en nombre de” los trabajadores. Poca representatividad tendrán desde el momento en que son los propios trabajadores de las sociedades municipales quienes van a pronunciarse en lo relativo a los recortes. Ahí la demagogia sindicalista obliga a los sindicatos a poner el grito en el cielo mientras que el mundo del trabajo tiene los pies profundamente arraigados en el suelo y con cinco millones de parados, diez millones de pobres y una fuga ininterrumpida de profesionales que tienen que emigrar al extranjero, quienes tienen un puesto fijo de trabajo que, encima no peligra, lo cuidan cómo a oro en paño.

¿Y se puede decir que la sensibilidad de los liberados y de los líderes sindicales va por una parte y la de los trabajadores por otra? Resulta evidente, el “trabajo” de los sindicalistas no zozobra ni escora, el del resto de los mortales sí lo hace y ninguna persona sensata, consciente de la difícil situación financiera por la que atravesamos, nadie que ve los informativos de la sobremesa y atiende agobiado al peligro de tener que ser “rescatados” y a las duras condiciones que nos impone Europa, va a tener la frivolidad de arriesgarse a perder su empleo por pequeños recortes en el sueldo o en las condiciones. Porque todos los españoles estamos pasando por idénticas dificultades y estamos saturados de información. Ya nadie cree ni confía en “los cantos de sirena” de los sindicalistas y cada vez los españoles somos menos manipulables por quienes hacen de la intoxicación y de la lucha de clases su “modus vivendi”.

Por otra parte los sindicatos de Ceuta (siempre que hablo de sindicatos excluyo a los independientes de USO que al no chupar de la teta de las subvenciones pueden permitirse el raro lujo de ir por libres) repito, los mayoritarios, han tenido la inteligencia y la precaución de quedar en un segundo plano en el momento crucial de que los trabajadores voten su sí o su no a los recortes. Va ganando el “sí” porque recortar implica la absoluta estabilidad en el empleo y elimina el riesgo de destrucción de puestos de trabajo y al tiempo evita la pérdida de tiempo de las huelgas, los paros y las concentraciones, el personal quiere trabajar seguro, ganar por el momento “algo menos” y capear colectivamente con todos los españoles este temporal en el que nos encontramos, sabedores de que vamos a ser capaces de remontar y de que, encima vamos a golear a Italia.

¿Y qué pintan en este sacrificio común las centrales sindicales y sus charlatanes? Nada y menos. O nada menos que “nada”. El único favor que pueden hacer es callarse y seguir con sus subvenciones y sus liberados, sus privilegios y sin que sus locales paguen el IBI, todo beneficios ¡Qué suertudos! Mientras les dure, porque de cómo se comporten en estos momentos difíciles va a depender y mucho el futuro del sindicalismo y de seguir así el futuro de CCOO y UGT no puede presentarse más tormentoso, pero ellos no son los culpables, la culpa es de quienes les escuchan.
 

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