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cultura - DOMINGO, 21 DE OCTUBRE DE 2012


Ibrahim tiene síndrome de Lowe. cedida.

REPORTAJE / Educación
 

Hasta donde ellos quieran

La aplicación de las tecnologías a la enseñanza en Educación Especial permiten que cada niño desarrolle su aprendizaje en función de sus propias capacidades
 

CEUTA
Cristina Rojo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Hace prácticamente una década que los profesores del Centro de Educación Especial San Antonio de Ceuta comenzaron a fabricar sus primeros pulsadores de forma rudimentaria. Siguiendo las instrucciones de Pablo, maestro de un taller que se impartía en el colegio y uno de los cuidadores del centro, Pepe, los docentes aprendieron cómo convertir un ratón de ordenador en un elemento que, mediante un sencillo cable, se podía conectar con múltiples finalidades: desde un dispositivo que selecciona una opción de respuesta entre varias disponibles, hasta otro que acciona un dado para jugar. En aquel entonces servía lo más básico: un pulsador con la única función de encendido-apagado, otro con una luz roja y otra verde en el que cada uno de ellos se asociaba a una respuesta diferente... así fueron empezando a desarrollar distintos artilugios entre los cuales “unos funcionaban y otros no”. El CEE San Antonio no contaba todavía con muchos de los materiales específicos de apoyo como los que tiene hoy para responder a un alumnado con un amplio abanico de deficiencias. Juan Luis Moreno, profesor de Audición y Lenguaje, acababa de aterrizar en el colegio y fue descubriendo este mundo según se iba instaurando en él.

“Fuimos aprendiendo sobre todas estas tecnologías en cursos organizados por el Centro de Profesores y Recursos (CPR) y gracias a la formación en el centro, hasta que decidimos solicitar pulsadores específicos”, explica Moreno, que relaciona estos pulsadores con los sistemas de comunicación alternativa o aumentativa que se utilizan en el colegio para suplir las carencias comunicativas de cada niño.

“Hay niños que no pueden hablar, con lo que utilizan el pulsador para seleccionar la palabra, frase o símbolo que quieren transmitir”. Y aquí es donde empieza el amplísimo mundo en el que ese pulsador se adapta a la necesidad del niño, permitiéndole avanzar en su aprendizaje llegando tan lejos como él mismo quiera, dependiendo de su capacidad intelectual.

Cerca de 2007 el CEE San Antonio, remitió un estudio completo sobre cada alumno al Centro de Referencia Estatal de Autonomía Personal y Ayudas Técnicas (Ceapat), un servicio dependiente del Ministerio de Sanidad cuya misión, según recoge su propia web, es “contribuir a hacer efectivos los derechos de las personas con discapacidad y personas mayores, a través de la accesibilidad integral, los productos y tecnologías de apoyo y el diseño pensado para todas las personas”.

“El Ministerio respondió con una gran inversión y nos enviaron muchísimo material”, dice el profesor y secretario del centro, mientras enseña el amplísimo abanico de pulsadores con los que trabajan, dependiendo de la necesidad. “Hay niños que pulsan, otros que no pueden mover la mano y eligen con un tecnología de reconocimiento facial, otros lo hacen con un joystick, o apretando un pulsador con forma de patito de goma que traduce los impulsos del niño, cada vez que estruja el patito, en una respuesta mecánica.

Moreno explica que gracias a estas innovaciones tecnológicas, un niño con parálisis cerebral sin habla puede acceder a contenidos educativos desde los más básicos hasta el contenido curricular del aula, tras un proceso personalizado de estimulación y entrenamiento en el sistema de comunicación alternativa. Dentro de este proceso intervienen un gran equipo de profesionales que se organizan alrededor de cada alumno, desde el maestro, el orientador, el fisioterapeuta, técnico en integración social, enfermeros, TIC... Las familias también forman parte de este proceso y aprenden a manejar el mismo material para que los niños puedan continuar utilizando el nuevo sistema de comunicación en casa. El maestro de audición y lenguaje enfatiza que la utilizad de estos materiales puede dirigirse tanto a la enseñanza de contenidos, como al ocio de los niños, fundamental también para el desarrollo personal de los pequeños.

Muchos de ellos son capaces de aprender en un aula “normal” junto al resto de alumnnos siempre que tengan el nivel intelectual adecuado, el apoyo y los medios suficientes. “Apostamos por la integración”, dice Moreno, “aunque eso no solo depende de nosotros, también hace falta voluntad política, económica y de sus compañeros
 

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