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OPINIÓN - DOMINGO, 21 DE OCTUBRE DE 2012

 

OPINIÓN / SNIPER

Ceuta y Melilla con aliento sahariano
 


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

Flota en el aire un rebuznar de historia, con los imponderables geográficos lastrando el devenir político. No vamos a citar las ingenuas lumbreras que pensaron, criaturas, que Ceuta y Melilla iban a ser unas pacíficas “Ciudades Autónomas” (tiene bemoles el encaje administrativo) en el marco de la ridícula e inviable, lo llevo escribiendo hace más de diez años, “España de las Autonomías”. A los patriotas políticos ceutíes y melillenses ya les sugerí una vez que, en nombre de ese sano principio, lo mejor que podían hacer era dimitir en bloque a paso ligero, renunciar al concepto e integrarse de otro modo en la estructura del Estado, bien en la misma Andalucía (su lugar natural de procedencia) o, por qué no, en la comunidad de Madrid. Claro que para ello hacen falta generosidad y altura de miras, no sé si al alcance de los susodichos. Porque créanme, a más “Ciudades Autónomas” (“Autónomas”… ¿de qué?), menos España y más Marruecos. Puro y constatable empirismo.

Por lo demás, no solo de la economía viven España y Marruecos. Ríos de historia compartida (que no “común”, apartemos el proceloso tópico) entre ambos países vecinos, la geografía no puede cambiarse, han dejado un poso tanto de convivencia como de desencuentros, con un limes fluido según las aguas de la historia discurran en uno u otro sentido y que, al día de hoy, empieza a hacer aguas. Si Marruecos tuvo su dimensión “europea” a lomos de la invasión peninsular de almorávides y almohades, el contraataque ibérico (hispano y luso) en África llevó en siglos precedentes a la ocupación de plazas fuertes en el litoral atlántico y mediterráneo, siendo Ceuta, Melilla y los Peñones el vestigio actual de aquella “defensa avanzada” mientras aun late en el norte, en términos geopolíticos, la centenaria “batalla del Estrecho” en avispada denominación del general Fontenla Ballesta. Al sur y frente a Canarias, el Sáhara (primero colonia y luego peculiar provincia española, la cincuenta y tres, desde 1958 hasta 1976) constituye aun un complicado tablero geopolítico a varias bandas: por un lado la situación actual deriva de una falta de coraje y visión española, pues si bien el proceso de descolonización, inconcluso, se inició muy tarde como advirtió el general R. Salas Larrazabal, un informe de las Naciones Unidas de 29 de enero de 2002 señala claramente que, para el derecho internacional, España no transmitió la soberanía en el Acuerdo Tripartito de Madrid (14 de noviembre de 1975) simplemente porque no podía hacerlo de forma unilateral, como así se estipula incluso en la declaración política hecha pública (existen varios tratados secretos). Es decir, la postura de España sigue siendo decisiva para la resolución del conflicto, como Marruecos sabe bien. Y esta fue la primera clave de la pasada y Décima RAN, el Sáhara y la nueva política española al respecto. Por otro lado y con su brutal y violenta anexión (los tanques del coronel Dlimi arrasaron tiendas con civiles saharauis dentro), el Marruecos de Hassán II obtenía un regalo envenado tras la nada pacífica (eso es un mito) “Al Massira Jadra” de 1975, la famosa “Marcha Verde”, fruto del apoyo logístico norteamericano en la Guerra Fría. Como señaló Kissinger, los Estados Unidos no podían consentir que la Argelia socialista, aliada a la URSS, consiguiera acceso al Atlántico por lo que Washington, mosqueado también con la incierta transición política española que se avecinaba (Franco agonizaba) decidió mover su ficha marroquí pues, pese a la política filo tercermundista de Mohamed V, su hijo optó decididamente por el campo occidental. Es decir, el apoyo norteamericano fue decisivo para la unilateral anexión del Sáhara por Marruecos. En la actualidad, la curiosa emergencia del terrorismo islamista (AQMI) en la región del Sahel, constituye de hecho otra baza que apoya a priori los intereses estratégicos de Marruecos. Es solo cuestión de tiempo que en su calculado zarpazo sobre el continente, los Estados Unidos apoyándose en la experiencia Francia y en el Reino de Marruecos como pivote, lance una operación militar de larga duración en el Sahel y norte de Malí, encajando ahí las recientes declaraciones del general Carter Ham, jefe del comando del AFRICOM, en Rabat: “El Reino de Marruecos dispone de un ejército fuerte y estable, un modelo a seguir en la región. La contribución de Marruecos al desarrollo de una aproximación local para administrar los problemas de la región, son percibidos con gran estima”. Por su lado, las medidas y calculadas palabras, todo un hito, del ministro García-Margallo en un por lo demás brillante discurso en el barcelonés Palacio de Pedralbes y ante el Instituto de Estudios del Mediterráneo (IEMed), poco antes de la pasada RAN, refiriéndose textualmente a “los llamados Territorios del Sur”, reconociendo explícitamente las “Provincias del Sur” de Marruecos, principal caballo de batalla de nuestros vecinos marroquíes, han dado un histórico giro a las siempre oscuras y complejas relaciones hispano-marroquíes como bien percibió, con gran alivio, Rabat.

¿Ceuta, Melilla, los Peñones y Chafarinas…? Hay movimientos bajo cuerda, aunque como declaró a este escribano del limes en su cuidada residencia de Salé (junto a Rabat) el pasado jueves 4 de octubre caída la tarde, mi buen amigo el ministro marroquí de Exteriores Saâd El Othmani, “al final ahora no toca hablar de ello (Ceuta y Melilla), ya lo haremos con calma en su momento, ahora toca centrarse en problemas comunes como la migración ilegal, el tráfico de drogas y los problemas de seguridad”. Con las críticas que ustedes quieran, las primeras las mías, en el control y alivio de la enorme presión subsahariana sobre Ceuta y particularmente Melilla, el papel de las fuerzas de seguridad marroquíes es fundamental. Más aun, España ha ido demostrando estos años (¡no me digan que no lo han percibido!) que está superada por los acontecimientos. Y si uno no puede (o incluso no quiere) defender sus territorios en el norte de África, ya me dirán. Ceuta y Melilla están minadas desde dentro. Es en este contexto, además de su utilización en el tablero como moneda de cambio, en el que hay que ver las oleadas de bandas subsaharianas que, perfectamente organizadas, descienden del Gurugú sobre Melilla. Y la que te rondaré morena, porque el problema va in crescendo. Como suele decirse, el último que marche que apague la luz. Visto.
 

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