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OPINIÓN - DOMINGO, 26 DE MAYO DE 2013

 
OPINIÓN / COMUNICADO

Las condecoraciones en la Policía
Local: Devaluación o trampolín

Por PUPOLCE


El pasado viernes se celebró la festividad de nuestro patrón San Urbano. En su honor se llevaron a cabo una serie de actos dirigidos por la jefatura de la Policía Local. Precedido de una misa, llego la tantas veces cuestionada entrega de condecoraciones, recompensas y reconocimientos honoríficos. Cuestionada hasta tal punto que el pasado año bajo el mandato del entonces Jefe Accidental Sr. Sorroche, quedó sin reconocimientos las actuaciones meritorias en contra de la línea anterior y habitual que llevaba nuestra Jefatura encabezada por el Sr. Gómez. A esta efímera época de sequía, las lluvias de mayo nos traen fértiles pastos en los que mariscar alguna felicitación, galón de mérito o medalla. Claro, para ello hay que arremangarse y no todos navegamos en el mismo barco parece ser.

Podíamos haber adoptado otra postura menos decorosa pero nuestra ética policial nos arrima a estas líneas para que en forma de crítica, cuestionemos los procedimientos de concesión de recompensas que nuestra jefatura lleva a cabo de forma reiterada. Hablemos de criterios: totalmente obsoletos y subjetivos. Iguales actuaciones distintos reconocimientos. Se trata de aglutinar en el día de nuestro patrón, con la celebridad que ello merece, todas las recompensas por hechos meritorios. Las hay y podemos afirmarlo, existen condecoraciones merecidas e incuestionables. No así de todas aquellas que sirven para agrandar el acto bajo un criterio distinto sujeto a libre designación con un parámetro estándar de sumisión y no replica. En estos casos se premia y predispone a determinados funcionarios para el concurso bien sea de una destino o de una promoción interna. Tenemos de recordar que todas las condecoraciones son puntuables en su apartado correspondiente del baremo. He aquí el gran problema, desigualdades patentes en el tratamiento y concesión de las condecoraciones, recompensas y reconocimiento meritorios de actuaciones policiales llevadas a cabo y no simplemente criterios subjetivos de conducta y previsión de manejo y elección de futuros candidatos en destinos o puestos de mando. El acto quedó viciado en sus prolegómenos, no podemos ocultar el deseo de apariencia y grandeza que vislumbra el llamamiento masivo a filas de los más de un centenar de condecorados para dar relevancia pública al acto, cuando detrás se esconden en muchos casos carencias de argumentos y criterios en las distinciones honoríficas. Objetivo cumplido: la capacidad de convocatoria de la jefatura. Policías, familiares, autoridades, un acto lleno de asistentes.

El segundo pilar al cual dirigimos nuestra critica, es la devaluación de las condecoraciones por el sistema de reconocimientos. No puede hacerse de forma sistemática “equis muchas ocasiones”, delegar en los jefes de grupos la propuesta, en algunos casos, difícil de argumentar y demostrar ante un grupo de trabajo en el cual prácticamente todos trabajan en la misma línea, que en el mejor de los casos, aparte de motivar al funcionario propuesto, desmotiva al resto. Las intervenciones dignas de mención ya son conocidas por la Jefatura y por el resto de compañeros, ¿Por qué devaluar estas condecoraciones?, ¿no sería recomendable recompensar lo realmente importante para nuestro cuerpo y ciudad? , ¿No sería conveniente dejar de recompensar por cumplir en el trabajo? Dejen ya de desprestigiar a aquellos que orgullosos portan su condecoración y que año tras año se sienten menospreciados ante tanta demagogia y falsedad institucional. Hagan públicos los méritos y motivos de recompensa, denle su minuto de gloria en la lectura de su hoja de servicio motivo de orgullo para ese policía, ¡fomentemos la dedicación, la profesionalidad, la abnegación en el cumplimiento de la ley y no la rutina y costumbre numeraria de asistentes!

La existencia de la denominada Comisión de Valoración de méritos, reunida en su día para determinar que funcionarios eran acreedores de los méritos suficientes para su condecoración, hizo aguas. Resulta que aquí tampoco tenemos transparencia. Una segunda reunión con modificación de su acta correspondiente y con sustitución de unos de sus miembros, contempla candidatos antes no propuestos. Esto no es serio. Se manipulan y se comercializan condecoraciones como si de un mercado de abastos se tratase.

Se ha de velar porque las propuestas versen sobre actuaciones meritorias o comportamientos ejemplares en el desempeño de nuestros cometidos, no bajo criterios subjetivos. Es fundamental dotar al sistema de criterios y parámetros objetivos, demostrables, evaluables y con la debida publicidad. Iguales intervenciones merecen el mismo tratamiento.

Por seguir hablando del desbarajuste de las condecoraciones, mencionar la ausencia de protocolo del acto. Comunicación tardía de las recompensas y por teléfono, uniformidad de gala o no, camisa blanca o celeste… infinidad de dudas que nos asaltan y que el Acto de nuestro Patrón San Urbano requiere un pronta solución. No podemos esmerarnos en aparentar una cosa y en los procedimientos internos no tener nada regulado y establecido. Quizás es el momento de reclamar la necesaria uniformidad de gala que poseen los funcionarios de la cadena de mando y personal femenino, siendo necesario una asignación presupuestaria acorde con la entidad y relevancia del Acto para dotar a todos los funcionarios del ansiado Uniforme de Gala. Como diría mi gran amigo, no solo hay que ser bueno, hay que parecerlo.
 


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