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					Las ONG y los agentes de la Guardia Civil destinados en 
					Ceuta y Melilla creen que el desmantelamiento de los 
					campamentos cercanos a estas dos ciudades tendrá un efecto 
					llamada y aumentará la desesperación de los inmigrantes que 
					esperan llegar a Europa. 
					 
					“Esto es empujarlos a saltar la frontera”, explica el 
					abogado José Alonso, responsable de la Asociación Pro 
					Derechos Humanos de Melilla. Su teoría se basa en la 
					experiencia de lo que ha ocurrido en la valla cada vez que 
					España o Marruecos han llegado a acuerdos en su lucha contra 
					la inmigración irregular, como la polémica concertina, la 
					malla antitrepa y el refuerzo de efectivos. 
					 
					Todas esas medidas han supuesto siempre un aumento de la 
					presión migratoria que sufre Melilla. Esta vez no ha sido 
					menos y apenas unas horas después del anuncio marroquí, más 
					de 600 subsaharianos bajaron la ladera del Gurugú rumbo a la 
					valla dispuestos a saltarla. Quizá por eso la mayoría de los 
					40 que consiguieron entrar llegaron al centro migratorio con 
					una alegría desbordante, incluso mayor que en entradas 
					anteriores. Intuían que ese salto masivo era una especie de 
					ahora o nunca por la decisión de Marruecos, fruto de la 
					negativa de miles de inmigrantes a regularizar su situación 
					en el país vecino. 
					 
					“Ellos lo que quieren es llegar a Europa, no quedarse en 
					Marruecos”, explicaban ayer guardias civiles que prestan 
					servicio en Melilla, habitualmente a pie de valla. Los 
					agentes están convencidos de que va a aumentar la presión y 
					puede que incluso la agresividad de quienes saltan debido a 
					esa desesperación que ya tienen, causada por las condiciones 
					precarias en las que viven y el mal tiempo que está haciendo 
					este invierno. 
					 
					En Melilla, pocos confían en que este desmantelamiento sea 
					definitivo, porque otras veces los inmigrantes han terminado 
					regresando al monte. Por eso, entre los que custodian la 
					valla hay quienes piensan que la decisión de Marruecos no es 
					acertada, ya que en los campamentos al menos los 
					subsaharianos están controlados y son detectados desde 
					Melilla en cuanto deciden bajar. Echarlos del Gurugú es 
					potenciar su sensación de clandestinidad, lo que puede dar 
					lugar a un mayor efecto sorpresa en sus saltos. 
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