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ACTUALIDAD - JUEVES, 26 DE MARZO DE 2015

 

Audiencia Nacional / Juicio a la célula detenida en Ceuta en 2013

La Audiencia Nacional mantiene 125 investigaciones
abiertas por presuntos actos de yihadismo

CEUTA
El Pueblo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Diez años después de los atentados terroristas del 11-M en Madrid, la radicalización de una parte de la población musulmana que vive en España es una realidad creciente que los servicios de inteligencia y los tribunales intentan atajar.

Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado han censado más de un centenar de personas que en los últimos dos años han tratado de viajar a zonas de conflicto para unirse al denominado Estado Islámico.

La Audiencia Nacional tiene 125 investigaciones abiertas por presuntos actos de terrorismo yihadista. Desde el inicio del conflicto bélico en Siria y, sobre todo, después del atentado de París contra el semanario satírico ‘Charlie Hebdo’, las autoridades españolas y las europeas mantienen bajo vigilancia a varias decenas de posibles activistas vinculados a círculos radicales, según indicaron fuentes jurídicas.

Poco a poco las investigaciones policiales y judiciales han desvelado el `modus operandi’ de un fenómeno difícil de monitorizar, porque se basa en procesos aislados y personales de concienciación de quienes pueden acabar activándose para cometer atentados y que se alimentan, principalmente, de informaciones y contactos a través de redes sociales.

La mayor parte de esos activistas “dormidos” puede casarse, tener hijos y mantener una aparente integración en su entorno y, de pronto, desaparecer porque deciden pasar a formar parte de una red de captación o de enlace, o incluso emprender la guerra santa preparando atentados en Europa o trasladándose a la Siria o Iraq.

Según los expertos que analizan el fenómeno de radicalización yihadista, el nicho de captación de activistas radicales es el de musulmanes de nacionalidad española o hijos de antiguos inmigrantes. Los musulmanes recién llegados no se suelen radicalizar.

España empezó a acoger a musulmanes, en su mayoría marroquíes, hace solo un par de décadas. Por eso, ahora es uno de los países europeos que menos yihadistas envía a los conflictos de Siria o Iraq, pese a acercarse ya al centenar, la mitad de ellos provenientes de Ceuta o Melilla.

En países como Francia, Gran Bretaña o Bélgica el perfil de los muyahidines también corresponde a jóvenes radicalizados de segundas generaciones de islamistas que ya tienen la nacionalidad de sus países receptores, pero allí la población musulmana tiene una tradición de asentamiento mucho más dilatada.

A la fiscalía le preocupa especialmente el auge del ideario más extremo entre mujeres y jóvenes. El mapa de la radicalización es claro. Los focos más activos se dan en las dos ciudades autónomas norteafricas (Ceuta y Melilla), Cataluña, Madrid, Murcia y algunos otros puntos de Levante.

En los procesos de captación de adeptos tiene un papel fundamental la propaganda. Según han detectado las fuerzas de seguridad, los extremistas ofrecen a nuevas generaciones de musulmanes descontentos y afectados por los efectos de la crisis un panorama alentador.

Además de convertirse en los guardianes y defensores del Islam y en vengadores de las afrentas del mundo occidental, pueden aspirar a convertirse en personas relevantes en las zonas de conflicto, donde pueden acabar teniendo sueldos de varios miles de euros, impensables en su entorno laboral habitual, y, además, contarán con la posibilidad de tener una o varias esposas fieles a la doctrina de Mahoma.

Ahí es donde la captación de mujeres empieza a tener un papel relevante. Las operaciones policiales contra redes de captación centradas en ellas se han multiplicado. El pasado 17 de diciembre se realizó una en la que resultaron detenidas cinco personas, cuatro de ellas mujeres, en Ceuta, Melilla y Cataluña, los centros de adoctrinamiento más activos.

Este mismo mes, otra mujer resultó detenida por las autoridades turcas cuando trataba de cruzar clandestinamente la frontera con Siria acompañada de su hijo de tres años, al que instruía sobre la importancia de “degollar policías”. Ellas juegan un doble papel en la estrategia del Estado Islámico, por un lado se convierten en luchadoras y por otra contribuyen a la normalización de unas poblaciones que con el tiempo puedan realmente tener una estructura de Estado. Según los datos del padrón municipal recogidos por la Unión de Comunidades Islámicas de España, hay cerca de 1.750.000 musulmanes en el país, lo que constituye alrededor del 3,6% de la población española total. De los citados el treinta por ciento es de nacionalidad española.
 


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