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SUCESOS - JUEVES, 25 DE MAYO DE 2006


Carlos García Selva. nicol's.

audiencia provincial / caso 'kimbi'
 

Selva intentó anular, en base al artículo 741, el testimonio de A.A.D.

Dice que para ser prueba, la incriminación debe prolongarse en el tiempo, ser
plural, sin ambigüedades, ni contradicciones, además de no constar “motivos espúreos”
 

CEUTA
Pedro García Luaces
pedrogarcia@elpueblodeceuta.com

El abogado de A.C.A., Carlos García Selva, comenzó su defensa por la controvertida devolución del vehículo tiroteado a su dueño sin la realización de las pruebas necesarias para garantizar la realidad de los hechos y demostrar de forma evidente la “inconsistencia, incongruencia y falsedad del testigo de cargo”. Carlos García partió del artículo 741 LECRI que establece que el Tribunal, apreciando, según su conciencia, las pruebas practicadas y con aplicación de las máximas de “la experiencia, la lógica y el sentido común”, teniendo en consideración las razones expuestas por las acusaciones y las defensas dictará sentencia.

“Estimamos que no se ha practicado prueba alguna con la suficiente entidad como para erigirse en fundamento de una sentencia condenatoria contra los mismos”, dijo el abogado. Según explicó García Selva, una declaración oral del testigo-víctima puede constituir prueba de cargo si cumple los siguientes requisitos: no constar motivos espúreos que permitan dudar de su veracidad o imparcialidad y que la incriminación persista, prolongada en el tiempo, plural, sin ambigüedades ni contradicciones.

Para el letrado, las declaraciones de A.A.D. “carecen de los requisitos jurisprudencialmente señalados para desvirtuar el principio de presunción de inocencia”. Primero, porque no se puede establecer que su testimonio venga motivado por su deseo de decir la verdad y colaborar, como todo ciudadano de bien, con la justicia, no pudiendo descartarse móviles espurios. Y segundo, según García Selva, porque el referido testigo ha incurrido en importantes contradicciones en las sucesivas declaraciones prestadas (17) para la causa “que tienden a restar verosimilitud a su versión de los hechos, no sabiendo dar explicación convincente a ellas en el acto del plenario”.

Los hechos

El letrado defensor desgranó punto por punto cada uno de los hechos sucedidos aquel 31 de diciembre de 1999 para probar la inocencia de su patrocinado. Según Carlos García Selva, la acusación concluye en sus informes que “el lugar es idóneo para una emboscada porque los ocupantes de un vehículo que suba por la calle Rafael Orozco, no ven lo que pueda esperarles en la calle San Daniel, dado ambas calle no forman una línea recta”.

En cuanto a la disposición de los tiradores, el discurso de la acusación es que había cuatro en el lado izquierdo, dos en el derecho (escondidos entre los coches), tres vehículos cortando la posible huída y ocho personas más delante, todos perfectamente armados. Según García Selva, el testigo de cargo asegura que todos disparaban desde sus respectivas posiciones y aún “hay autores que no están metidos en la causa porque nunca los he llegado a reconocer, ya que había gente apostada en las azoteas”.

Una vez analizada la huída del coche y el transcurso de los acontecimientos, Carlos García Selva considera que “todos estos elementos llevan a la conclusión de que A.A.D. no se encontraba en el coche cuando se produjeron los disparos”.
 


“La historia del testigo es inverosímil e irreal”

Respecto a la salida del coche de A.A.D. existe una clara discrepancia entre la versión dada por el Ministerio Fiscal y la acusación particular: El hecho de que el testigo pudo salir del coche y salir corriendo ha venido siendo abonada, “sin mucho éxito”, en todas y cada una de las 16 declaraciones sumariales del Testigo de cargo, con variaciones sustanciales en cada una de ellas, según explicó el letrado. Para García Selva, en unas asegura que se hizo el muerto permaneciendo varios minutos inmóvil hasta que optó por huir, mientras que en otras asegura que salió en el momento en que una mano entraba por la ventanilla para efectuar “el tiro de gracia”.

En todo momento Abdelkader viene a sostener que, después de hacerse el muerto y una vez comprobado que sus atacantes del grupo de apoyo se han ido, abre la puerta y sale corriendo en dirección a la posición que ocupaba dicho grupo atacante (puente del quemadero), siendo herido en la planta del pie.

Para García Selva la narración de todos estos aconteciomientos por parte de A.A.D. es absolutamente “imposible, inverosímil e irreal”. “Porque un fuego cruzado de tal magnitud lesionaría a los propios pistoleros; la ubicación del grupo de apoyo es aún más absurda, ya que en todo caso estarían detrás de los vehículos y no delante con riesgo de atropello; ningún impacto entra por la puerta derecha; la mayor parte de la sangre se encuentra en el lado derecho; y no es lógico que la huída se produzca en la misma dirección que los agresores”.
 


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