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					Infracciones que antaño eran moneda común en la ciudad 
					autónoma han pasado en la actualidad a ser puramente 
					anecdóticas, según explica el equipo de investigación del 
					Seprona en Ceuta. Es el caso del tráfico de animales 
					pertenecientes a especies protegidas. La mayoría se detectan 
					en la propia aduana. “Son fáciles de interceptar, por el 
					olor que desprende el animal, y quienes los adquieren se 
					exponen a gastar horas en hacer las actas y cumplimentar la 
					multa. Los viajeros que compran estos animales de 
					contrabando ya no están dispuestos a sufrir tantas 
					incomodidades”, explicó. 
					 
					Algo parecido ha ocurrido en materia de sanidad animal con 
					las explotaciones de ganado clandestinas. En 2006 se 
					denunciaron 28 de estas infracciones, en 2009 se habían 
					reducido a nueve y en 2010 no ha habido ninguna. “Hoy los 
					ganaderos saben que compensa regularizarse y dar de alta la 
					empresa, porque saben que podrían retirársele sus animales”, 
					concluye el Seprona.  
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