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					En una jornada que quedó para los anales de la historia, el 
					Rey Don Juan Carlos recibió en audiencia a la Corporación 
					Municipal de Ceuta, algo que no se ha vuelto a repetir 
					posteriormente, en un acto donde el Ayuntamiento ceutí le 
					haría entrega de la mayor condecoración que puede aprobar la 
					ciudad, la Medalla de la Ciudad en su categoría especial de 
					Oro y Brillantes. 
					 
					 
					El 29 de noviembre de 1982, el Rey de España, D. Juan Carlos 
					I, concedió audiencia a la Corporación Municipal de Ceuta, 
					en cuyo transcurso se le impuso la Medalla de Bronce de la 
					ciudad por expreso deseo del monarca, ya que la que se había 
					aprobado por el Pleno municipal era la de Oro y Brillantes, 
					la máxima condecoración que podía otorgar el Ayuntamiento. 
					 
					A la audiencia real asistieron todos los concejales, además 
					de los parlamentarios en Cortes, celebrada en el Palacio de 
					la Zarzuela. 
					 
					El Ayuntamiento, en sesión plenaria, había aprobado el día 5 
					de mayo de 1980, “otorgar la Medalla de la Ciudad, en su 
					categoría especial de oro y brillantes, a Su Majestad, el 
					Rey de España, Don Juan Carlos I, en prueba de gratitud, 
					lealtad y reconocimiento”. 
					 
					Cuando la comunicación oficial llegó al Palacio de la 
					Zarzuela, se contestó que se aceptaba ese reconocimiento, 
					pero por expreso deseo del Rey, la medalla sería de bronce. 
					 
					La cita se fijó para el 29 de noviembre, y el alcalde, en su 
					discurso, destacó que “la decisión de aceptar tan solo la 
					Medalla de Bronce determina que este acto, al tiempo que 
					representa una modificación de la naturaleza material de la 
					distinción, dotándola de una austeridad castrense que los 
					ceutíes sabemos entender, lo impregna de un claro sentido 
					ideológico, al transformar la brillantez que antaño solía 
					rodear a la realeza en tono apagado pero fuerte, sólido y 
					fiable de bronce, expresión de las virtudes de este pueblo 
					español”. 
					 
					Muñoz también aprovechó esa ocasión para comentar que lo 
					idóneo habría sido poder celebrar ese acto en Ceuta. 
					 
					El Rey, tras agradecer la distinción, apuntó que “desde hace 
					tiempo, tanto la Reina y yo deseamos visitar Ceuta, que 
					visitaremos”. 
					 
					Personalmente, se dirigió a Ricardo Muñoz para decirle: 
					“señor alcalde, transmita al pueblo ceutí mis saludos y 
					afectos. Visitar Ceuta es deseo tanto de la reina como mío”. 
					 
					Además de la Medalla de Bronce de la Ciudad y su título 
					correspondiente, también se entregó una placa al monarca en 
					la que se plasmaba el texto de la moción aprobada por 
					aclamación en la sesión del 25 de junio de 1980. 
					 
					Una vez finalizada la ceremonia y entrando ya en una segunda 
					fase menos formal, el alcalde ceutí entregó al Rey un 
					expediente amplio que contenía algunos de los asuntos más 
					importantes para Ceuta, entre los que se encontraban los 
					problemas del transporte marítimo, la economía, inversión 
					pública y la inminente apertura de la verja de Gibraltar, 
					aspecto este último que originó una serie de preguntas que 
					hizo Don Juan Carlos a los representantes ceutíes, 
					especialmente por la repercusión que podría tener para la 
					economía y la vida ceutí el libre acceso a Gibraltar. 
					 
					A la recepción no pudieeron acudir los concejales José María 
					Albert y Antonio Bernal Álvarez. 
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