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					“Ceuta y Melilla necesitan del apoyo solidario, decidido, 
					suficiente e insustituible de los poderes públicos del 
					Estado, si de verdad se quiere viabilizar una estructura 
					productiva que permita combatir, en condiciones de 
					estabilidad, el drama social del paro que de manera crónica 
					se sufre, y favorecer el arraigo de la población”. Este fue 
					uno de los argumentos esgrimidos por el presidente Vivas 
					durante su intervención en la Cámara Baja, donde señaló que 
					el tejido productivo de Ceuta y Melilla es “incapaz” de 
					superar tan “acuciantes dificultades” como son los 
					condicionantes propios de ambas, entre ellos, su carácter de 
					ciudades fronterizas. 
					 
					Esta realidad convierte el paro en un problema “endémico” y 
					abre la puerta a la aparición de “condiciones de 
					marginalidad y grave riesgo de inestabilidad y quiebra 
					social”. Para afrontar este problema de una manera “realista 
					y responsable”, tal como explicó el presidente, es necesario 
					elevar el peso en la economía del tejido productivo, lo que 
					inevitablemente significa activar “con la suficiente 
					determinación” incentivos “eficaces” que contrarresten esas 
					dificultades, y que, de este modo, hagan atractiva la 
					inversión y la localización empresarial y mejoren la 
					competitividad y la productividad. Así, continuó Vivas, se 
					podrán aprovechar las fortalezas y oportunidades existentes, 
					explotando todo el potencial de crecimiento con que cuentan 
					los sectores del turismo, las actividades portuarias, el 
					comercio, y los servicios en general. 
					 
					Los condicionantes que explicó el presidente ceutí, y 
					principalmente la extrapeninsularidad, no sólo limitan las 
					posibilidades de desarrollo, sino que también penalizan la 
					residencia al encarecer bienes y servicios. Por ello, Vivas 
					ha pedido, según se recogía en la nota de prensa de resumen 
					de su intervención, que tal como ocurre con la vigente 
					bonificación, la medida repercuta no sólo en las empresas, 
					sino también en los trabajadores para que así contribuya a 
					“paliar” los efectos que tiene en el coste de la vida y 
					favorecer, de este modo, el arraigo de la población en la 
					ciudad. 
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