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					En 2008, sonó con fuerza en el panorama español la posible 
					entrada de Ceuta en la Unión Aduanera. Así parecía 
					aconsejarlo el informe ‘Ventajas e inconvenientes de una 
					posible integración de Ceuta en la unión aduanera’ realizado 
					por el catedrático Joaquín Aranda. Un análisis de 500 
					páginas en el que este profesor de la Universidad de Murcia, 
					por encargo de la Cámara de Comercio, planteó las pautas 
					para un ingreso en el territorio aduanero, en el que se 
					respetaran las peculiaridades de la ciudad. Precisamente por 
					estas especificidades, y para conservar sus privilegios 
					fiscales y arancelarios Ceuta y Melilla pidieron ser 
					excluidas de la Unión Aduanera cuando España se incorporó a 
					la Comisión Económica Europea en 1986.  
					 
					No obstante, esta excepción implica que todos los productos 
					elaborados que se quieran exportar a territorio aduanero 
					sean considerados originarios de un tercer país. Por tanto, 
					los empresarios ceutíes no disfrutan de las ventajas que 
					conlleva no tener aranceles en el mercado común.  
					 
					Con la creación de la Unión Aduanera se abolieron los 
					derechos de aduanas en las fronteras interiores y se 
					estableció un sistema uniforme de tasación de las 
					importaciones. Los controles aduaneros internos 
					desaparecieron, de manera que en la actualidad sólo hay 
					aduanas en las fronteras exteriores de la UE. Por tanto, si 
					Ceuta ingresara en el territorio aduanero común, se 
					convertiría en la frontera directa con Marruecos y en la 
					puerta de Europa para el comercio con el país vecino. 
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