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ACTUALIDAD - MIÉRCOLES, 14 DE NOVIEMBRE DE 2012


Vivas, junto a Susana Román y Carracao.

PLENO EXTRAORDINARIO DE LA ASAMBLEA
 

El Gobierno, dispuesto a discutir de nuevo el destino final del albergue

Aunque está cerrado desde hace 18 meses, tal como le reprochó Caballas, Román aceptó “discutir” las dos “alternativas” presentadas por el Grupo Socialista
 

CEUTA
Tamara Crespo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Aunque el albergue de Hadú lleva un año y medio “cerrado”, como destacó Juan Luis Aróstegui, y se le han dado ya tres destinos distintos, la consejera de Fomento, Susana Román, aceptó ayer “discutir” nuevas alternativas de uso que le presentó el portavoz del Grupo Socialista, José Antonio Carracao. Este fue el resultado -amén de una agria discusión sobre la situación de los MENA-, de un debate que duró casi dos horas, fruto de la comparecencia solicitada a Román sobre este asunto.

Como la consejera de Fomento sabía -o al menos así lo explicó ella misma-, que las críticas de la oposición se centrarían ayer en las vueltas que se ha dado al destino del albergue de Hadú, se adelantó a explicar que mientras tanto, se ha estado trabajando. De poco sirvió sin embargo esta explicación a los portavoces de Caballas, Juan Luis Aróstegui, y Grupo Socialista, José Antonio Carracao. El primero, en un tono de creciente agresividad, comenzó su intervención dando a la Ciudad el “Premio Nobel de la incompetencia” en este asunto.

Román explicó el origen del proyecto, que se incluyó en el segundo Fondo Estatal de inversión local del Gobierno Zapatero en 2010 y concebido, admitió, para atender “la demanda de familias en situación de vulnerabilidad social”. Y así se diseñó y se construyó el edificio, como un centro de realojo temporal para colectivos vulnerables, con capacidad para 300 personas y con un coste de 5 millones de euros. Las obras terminaron en julio de 2011 y cuando Asuntos Sociales “trabajaba en un reglamento de uso y el pliego para la licitación del mobiliario y el alumbrado”, surgió lo que Román denominó la “cuestión” de los menores. Esta denominación, para ella, sólo un “sustantivo”, despertó la ira de Aróstegui, quien le reprochó que se refiriera de este modo a unas personas que “merecen todo el respeto” y no estar, como aseguró él que les mantiene la Ciudad, “hacinados”.

El caso es que al obligar el fiscal al cierre del centro de La Esperanza, la Ciudad cambió de parecer y destinó el albergue a este uso. Pero hete aquí que, de nuevo, siempre según la versión del Gobierno, cuando se trabajaba en la modificación del proyecto ejecutado y durante la preparación del Plan de Inversiones, “en busca de una solución para construir nuevas viviendas la GIUCE encontró unas nuevas soluciones técnicas para un centro de menores, parecidas a la del albergue pero más evolucionadas”. El coste de la nueva construcción se calcula entre 500.000 y 800.000 euros y el Gobierno volvió a cambiar el uso del edificio de Hadú, esta vez, dirigido a los “jóvenes” y con un 20% para emergencia social y otra parte para Feaps.

Aróstegui fue más lejos en el tiempo y reprochó al Gobierno de Vivas que en doce años no haya construido un centro de menores y que el albergue lleve cerrado 18 meses cuando en la ciudad existe un “déficit de equipamientos” que según él nadie niega. “No quieren que las cosas funcionen, sino que parezca que funcionan y por eso mantienen esa férrea dictadura sobre los medios de comunicación”, aseguró en uno de sus argumentos más reiterados en los plenos. “No han hecho nada más que ir con papeles de un lado a otro”, aseveró, para añadir que “para usted será muy interesante, pero para los ciudadanos es una estupidez”.

En tono más constructivo, José Antonio Carracao, del grupo Socialista, reprochó al Gobierno que sea “incapaz de convocar la comisión de infraestructuras sociales” y que los “vaivenes” de las decisiones que ha tomado hayan convertido el albergue en un “cajón de sastre”.

Carracao llevaba preparadas dos alternativas de uso, la primera de ellas, para “emergencia social, el banco de alimentos, como centro de formación e inserción laboral y entidades sociales”, es decir, como “centro integral para la prevención de la exclusión social. La segunda alternativa sería, explicó el socialista, destinar este equipamiento a entidades y personas con discapacidad, con pisos tutelados para este colectivo.

Tras responder a Aróstegui que no había hecho “ni una sola” propuesta viable para los MENA, Román no sólo se mostró de acuerdo con el PSOE en la constitución de la Comisión de Infraestructuras Sociales, aunque advirtió que no es de su competencia, sino que para concluir, se mostró dispuesta a “discutir” sobre el uso de este albergue. “El uso que propone está muy cercano a lo que plantea el Gobierno y aunque lo expone como una dicotomía no creo que lo sea, así que podemos discutir sobre el objetivo del albergue”, zanjó la consejera.
 


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