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ACTUALIDAD - SÁBADO, 3 DE SEPTIEMBRE DE 2011


momento del acto. fidel raso.

dia de ceuta 2011 / la gala
 

Una noche para recordar

Una hora y media duró la celebración del ‘Día de la Autonomía’, que se desarrolló, por primera vez, en el Auditorio del Revellín y que congregó a las autoridades civiles y militares de la ciudad, a pesar de no ser ya un día festivo
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Aunque la noche amenazaba lluvia -y de hecho, por ese motivo, la gala de celebración del ‘Día de la Autonomía’ tuvo que ser trasladada de las Murallas Reales, donde tradicionalmente se celebra, al Auditorio del Revellín-, al final el tiempo se portó, y con la marcha de Alberto Núñez Feijóo, también se fueron las lluvias. El presidente de la Xunta, que visitó ayer Ceuta, no pudo quedarse a la celebración. Quien sí asistió fue la presidenta del Parlamento de Galicia, Pilar Rojo, que encabezó el acto junto al presidente de la Ciudad, Juan Vivas.

Alfombra roja y banderas sobre el escenario. A espaldas de las autoridades, seis Guardias de Honor y dos maceros, que cuando se cansaban de llevar el macero se hacían un guiño y, muy coordinados, se pasaban la maza al otro hombro. A la derecha de los ‘cabezas de cartel’, los cinco galardonados. A la izquierda, los representantes de la Asamblea, colocados en dos filas y con un objetivo común: llevar el ritmo con los pies. En primera línea, Yolanda Bel, Mabel Deu, Rabea Mohamed, Guillermo Martínez, Premi Mirchandani, Abdelhakim Abdeselam, Susana Román, Gregorio García Castañeda, Adela Nieto, Fátima Mohamed y José Antonio Carracao. En la siguiente fila, los restantes. Como detalle, los taconazos que llevaba la socialista Milagros García, aunque debían dolerle los pies, ya que no dejó de balancearlos durante todo el acto. Otras, lo que movían era el abanico, como la vicepresidenta primera de la mesa, o como muchos asistentes en el patio de butacas.

Desde las ocho de la tarde, el goteo de público había sido incesante. Trajes de gala y mucho uniforme. Impresionaba llegar a la puerta del Auditorio del Revellín y encontrarse con una comitiva de impecables uniformes blancos de la Comandancia de Marina, muchos de ellos en apoyo a la Medalla de la Autonomía que recaía en el Hospital Militar y que recogió el director del centro, el coronel Moreno. En cuanto a uniformes, había donde elegir. Casi todas las Armas estaban representadas, encabezadas por el comandante general de Ceuta, que, por supuesto, no faltó al acto. Tampoco se lo perdieron los guardia civiles. Mientras, fuera del recinto, Policía local y Cruz Roja -que no registraron ningún incidente- vigilaron que todo saliera según lo previsto. Algo que preocupaba mucho al Ejecutivo Local, entre otros a la consejera de Presidencia y Gobernación, que se interesó porque todo transcurriera a la perfección.

El delegado del Gobierno, el presidente de la Autoridad Portuaria, el empresario Carlos Chocrón -un año después de que, durante la última edición del ‘Día de la Autonomía’, se desvaneciera tras recibir la Medalla-, y casi todas las autoridades políticas y militares de la Ciudad, además de algunos ciudadanos de a pie, estaban repartidos por las butacas.

Desde la primera fila repetía entre líneas su futuro discurso Kauzar, la hija de Mohamed, de ‘Enfermos sin fronteras’. No podía con tanto nervio, pero superó el reto. Más acostumbrado a hablar en público estaba el presidente del Colegio de farmacéuticos. Mientras, sus hijos, que le seguían desde las butacas, estaban más emocionados que él. El discurso más místico fue el de las Cofradías; el más aplaudido, el de los Alevines, quizá porque una marea de niños jugaba entre los asientos. A alguno más pequeño tuvieron que sacarlo sumido en llantos.

La imposición de condecoraciones dejó para el recuerdo los mejores momentos de la noche, las palabras de aquellos que agradecieron que la Ciudad les hubiese tenido en cuenta y valorase su trabajo. A las 21.20 horas dieron comienzo las interpretaciones musicales a cargo del Grupo Folclórico de la Xunta: un ballet ‘galego’ y cuatro gaiteros. Al público le gustó y también a las autoridades. Como a José Antonio Carracao, a juzgar por la atención que les prestó. Los socialistas, por cierto, no acudieron al ‘Vino español’, ya que consideraban “incoherente” que la Ciudad “gastase 7.500 euros en una recepción”. (Los que no acudieron ni a ton ni son fueron los de Caballas, que consideraban el acto “una pantomima”).

Antes de continuar con los cantos, fue el turno de Rojo y de Vivas. El potencial gallego, en este caso, se notó. No como en los himnos, que mientras el gallego se escuchó, el ceutí solo se sintió. O que se lo digan sino a las mujeres de la última fila, que lo cantaron entero: ‘Ceuta, mi ciudad querida’. Querida, a pesar de que este año, por primera vez, no ha sido festivo, en favor del ‘Día del sacrificio’. Una hora y media después, terminó. Besos para todos, fotos para el recuerdo.
 


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