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					La última sesión de testimonios en el juicio del crimen de 
					San Amaro estuvo protagonizada por los forenses y 
					psiquiatras. La defensa, que cuyo objetivo es que se 
					califiquen los hechos como homicidio, buscó en los 
					testimonios que se aclarara si su cliente, al padecer 
					síndrome de Asperger, tiene sus cualidades mermadas. La 
					psiquiatra que lo atendió, aunque reconoció que la 
					inteligencia del imputado es óptima, explicó como su 
					voluntad es limitada y advirtió que dejar el tratamiento que 
					Ángel José P.G. seguía desde los 14 años podía tener 
					“consecuencias terribles”. Una versión corroborada por el 
					otro psiquiatra y psicólogo forenses. 
					 
					Ángel José P.G. asestó una puñalada a su padrastro la 
					madrugada del 26 de mayo de 2010 provocándole la muerte. El 
					crimen se cometió y así lo reconoce el acusado pero la 
					cuestión es decidir si se trata de un homicidio o un 
					asesinato dado el síndrome de Asperger que sufre el 
					encausado. Esta es la clave del juicio que se está 
					desarrollando desde el lunes y hasta hoy en la Sección Sexta 
					de la Audiencia Provincial de Ceuta contra Ángel José P.G. 
					por la muerte de Francisco Forés Pecino.  
					 
					Los psiquiatras que declararon en la sesión vespertina de 
					ayer dieron algunas de las pautas para dilucidar si el 
					acusado cometió un asesinato premeditado o si por el 
					contrario el síndrome de Asperger que padece conlleva a que 
					sus capacidades intelectuales y volititas -relativas a la 
					voluntad- estén alteradas y por tanto no sea completamente 
					consciente de sus actos. La primera en tomar la palabra fue 
					la psiquiatra infantil que lo atendió desde los 14 años 
					hasta enero de 2010. La doctora explicó como Ángel José 
					llegó a su consulta siendo un chico agresivo con los 
					compañeros del colegio a los que no entendía y por los que 
					no era comprendido, según apuntó. No obstante, este 
					comportamiento se suavizó con los años y la medicación.  
					 
					“Con el tratamiento mejoró muchísimo” recordó la doctora 
					para explicar que el imputado se trataba de un chico al que 
					le cuesta razonar y con rigidez de pensamiento lo que quiere 
					decir que “hasta que no se sale con la suya no para”. La 
					psiquiatra también advirtió que Ángel José se obceca con 
					cosas determinadas y recordó cómo se obsesionó durante una 
					época con los ‘Pokémon’, lo que provocó una sonrisa tímida 
					en el acusado que salió del ensimismamiento en el que se 
					mantuvo la mayor parte del juicio. 
					 
					A las preguntas de la defensa sobre qué podía ocurrir si se 
					interrumpe el tratamiento, como de hecho ocurrió, la 
					psiquiatra fue muy clara. “Las consecuencias pueden ser 
					terribles”, sentenció para asegurar tras dejar de tomar los 
					medicamentos “la agresividad se dispara”. A esto se le une 
					la dificultad para entender las emociones de los demás, uno 
					de los síntomas característicos del Asperger. En este punto 
					coincidió con el psiquiatra forense del Hospital 
					Universitario de Ceuta quien aseguró que Ángel José tiene la 
					capacidad volitiva “cualitativamente mermada”. El doctor 
					reseñó especialmente “la frialdad” con la que el imputado le 
					relató lo ocurrido. “Nos llamó la atención la tranquilidad 
					que mostraba” recordaba a la vez que contaba como el acusado 
					“racionalizaba su actuación”. “La persona, sin intención de 
					engañarse, trata de justificar su actuación”, explicó. Y es 
					que, el encausado le dijo que había hecho “lo que tenía que 
					hacer”.  
					 
					Según aclararon a continuación el psicólogo forense y el 
					médico forense que le analizaron un año después de los 
					hechos, “el no entiende como nadie se preocupa porque su 
					padrastro le pegara a su madre y a él lo meten en la cárcel 
					por asestarle una puñalada”. Este testimonio desató las 
					lágrimas de la prima que acudió al juicio y comentaba cómo 
					su primo había vivido en un ambiente de malos tratos. La 
					versión fue corroborada por los forenses que concluyeron que 
					Ángel José se encontraba “impactado por el contexto donde 
					vivía”. 
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					El imputado volvió su silla para no ver el video de la 
					vivienda donde tuvieron lugar los hechos 
					Cuando parecía que el juicio 
					contra Ángel José P.G. tocaba a su fin después de tres días 
					de declaraciones, Fiscalía solicitó a la Sala que se 
					mostrara el video de la vivienda familiar donde ocurrieron 
					los hechos. Era la última prueba antes de que se presentaran 
					las conclusiones de las partes y la reproducción no dejó 
					indiferente a nadie. El acusado se negó a ver el video e 
					incluso pidió salir de la sala de vistas, pero ante la 
					imposibilidad de hacerlo optó por girar su silla, llevarse 
					las manos a la cabeza e incluso cerrar los ojos para no 
					recordar el pasado que quería dejar atrás. Un pasado en el 
					que reinaba el caos y así se pudo percibir en el video donde 
					se mostró una casa dominada por el desorden. Para los 
					familiares que asistieron a la sesión vespertina de ayer 
					esta es la muestra inequívoca de la realidad que vivía el 
					acusado. El video dejó a su paso un silencio sepulcral. 
					Sobre el crimen apenas se pudo advertir una pista: dos 
					pequeñas manchas rojas sobre las sábanas de una cama de 
					matrimonio y una jamonera sin el cuchillo. 
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